En lo que va de año no ha habido sector agrario, ganadero o pesquero que no se halle inmerso en el desarrollo de acciones encaminadas a la mejora de su estructura organizativa, promoción y estimulación de los mercados para, por un lado equilibrar la oferta y la demanda; ordenar la oferta para favorecer el acceso a los mercados, abrir nuevos mercados y consolidar el nacional que pese a los brotes verdes, o simplemente brotes para los que como yo empezamos a creernos daltónicos, no termina de dar salida a muchas de nuestras producciones que dependen cada vez más del exterior.
Todas esas acciones, como todo en la vida, cuestan dinero y ese dinero por más que se afane la Unión Europea en justificar ayudas al sector debe ser entendido como un imput más, un coste de producción tan necesario e imprescindible como la energía, el pienso, el agua o las semillas.
Duele ver cómo el sector productor, en ocasiones se empeña en aferrarse a una mentalidad granelista y delega en el resto de eslabones estas tareas de promoción y es que aún nos falta encontrar el broche que cierre las cadena de cada uno de los subsectores agropecuarios y ganaderos para no perder la pulsera.
En fin, parece que le diálogo, de besugos trasciende el ámbito de la política y se instala en otros más productivos pero igual de imprácticos.
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