Este viernes 13 de septiembre se cumple el centenario del nacimiento de uno de los maestros del género de las bandas sonoras, Maurice Jarre. Nació en Lyon, Francia, la misma localidad de los hermanos Lumiére, y murió en 2009 en Estados Unidos.
Casado cuatro veces y padre de tres hijos, incluyendo el también compositor Jean-Michel Jarre y el guionista Kevin Jarre. Su familia se negó a costear sus estudios de música, pero pudo realizarlos gracias a su abuela. Durante 10 años compuso música sinfónica y para teatro, radio y televisión antes de saltar a la fama en el cine.
Maurice Jarre ganó tres Oscar de la Academia, un Grammy y cinco Globos de Oro. Y sin duda, uno de los que más ha contribuido a la afición por la música de cine, por sus espectaculares y retentivas melodías y su dominio de la percusión. Jarre trabajó con enormes directores y abarcó muchos estilos.
La música de Lawrence de Arabia la completó en seis semanas, después de que otros compositores con los que se había de repartir el trabajo fueran rechazados, como fue el caso de Richard Rodgers. Con este trabajo ganó su primer Oscar y la fama, además de reconocimiento internacional.
El tema de Lara en de Doctor Zhivago es una de esas composiciones inmortales del cine. Probablemente la melodía más conocida de Jarre, con una curiosa historia detrás: después de descartar las primeras composiciones que enseñó a David Lean, este le recomendó alquilar una cabaña en el bosque y pasar un fin de semana romántico con su novia. A la vuelta de ese fin de semana le trajo este tema.
Película que se rodó en España, concretamente en el barrio madrileño de Canillas. Sin embargo, fue a la misma Rusia donde se tuvo que ir Jarre a reclutar a un grupo de expertos en balalaika que no sabían leer partituras, así que tuvo que enseñarles uno por uno los compases de este tema de Lara. Una canción que también tuvo versión cantada y que estuvo semanas en las listas de éxitos de Reino Unido.
Y de dos exitazos con David Lean, a un enorme fracaso, La hija de Ryan, tras la cual el el director tardó 14 años en volver a ponerse tras las cámaras en Pasaje a la India para la que le pidió a Maurice Jarre que no compusiera con la cabeza, sino con la ingle. Y es que en esta historia de choque cultural entre India y Reino Unido hay una atmósfera sensual, contenida. Jarre compuso toda la partitura en dos semanas y media y ganó su tercer Óscar.
Con esta finalizaría la colaboración con David Lean, pues este no volvió a dirigir. Hemos comenzado por tres pesos pesados en la filmografía de Jarre, pero no bajamos el nivel. Nos vamos al Oeste. Los Profesionales es un clásico absoluto del género, del año 1966. Una de esas películas en las que cuando acaba no se sacas la música de la cabeza. Aquí los más sesudos discutirían si eso es bueno o malo.
Y con esas frases inolvidables. "Eres un bastardo". "Sí, pero lo mío fue un accidente, tú te has hecho a ti mismo". Maravillosa, pasamos a otra del Oeste, Villa Cabalga, un western bastante olvidado sobre la revolución mexicana, con un improbable Yul Brynner como Pancho Villa. Pero con una banda sonora que se te pega irremediablemente.
Jarre abordó diferentes estilos, desde lo más épico a lo romántico, pasando por sonidos mexicanos lo que le convirtió en una apuesta segura para muchas producciones. Trabajó para Hitchcock en Topaz, para John Huston en El hombre que pudo reinar, incluso para Berlanga en Tamaño natural. Y en importantes títulos del cine europeo como La caída de los dioses o El tambor de hojalata, y la miniserie Jesús de Nazareth, muy televisada en España.
Jarre se atrevió con todo, incluso con la ciencia ficción en Mad Max 3: Más allá de la cúpula del trueno, con un sonido totalmente diferente. Las dos entregas anteriores habían tenido música de Brian May.
La década de los 80 fueron los años difíciles para Maurice Jarre ya que las fastuosas partituras por las que el público le había identificado parecían algo pasadas de moda. Además, el francés se puso a experimentar con música electrónica, y los resultados no fueron siempre los ideales. En su filmografía sigue habiendo algún título recordado, como El club de los poetas muertos o Gorilas en la niebla.
Otros títulos fueron, por ejemplo, Único testigo, título emblemático de los años 80 en el que una familia se refugia en una comunidad amish. Películas como El año que vivimos peligrosamente, La costa de los mosquitos o Ghost llegarían después.
Pese a que Unchained melody acaparó toda la atención, en parte por la famosa escena de la arcilla, por detrás había una música muy bella de Maurice Jarre, mezclando orquesta y electrónica. Una partitura delicada, etérea y una de las últimas grandes producciones en las que trabajó Jarre.
La repercusión que tuvo Ghost, que además fue su última nominación al Oscar, no se correspondió con sus siguientes trabajos. En los 90 Hollywood parecía haberse olvidado un poco de él. Siguió con trabajos más que dignos en películas que no estaban a su altura, como Un paseo por las nubes o Yo, tú y mamá. Y llegarían también trabajos rechazados como Río salvaje, Tormenta blanca, o el de una película olvidada llamada Two bits, con Al Pacino. En este caso fue el denostado Harvey Weinstein quien personalmente descartó el trabajo ya terminado de Jarre. Y él mismo rechazó El primer caballero porque solo le daban 4 semanas de margen para hacer toda la partitura.
Su último trabajo en el cine fue una película de Kim Basinger llamada Soñé con África, y su último telefilm uno llamado Uprising. Pero en 1999 aún nos regaló una última maravilla, Sunshine, la historia de una familia húngara a lo largo de cinco generaciones. Jarre pudo dar lo mejor de sí mismo una vez más, con una música íntima y a la vez marcial.
Los últimos años de Jarre fueron alejados del cine, tiempo en el que se reconcilió con su hijo Jean- Michel Jarre, al que había dejado en Europa con su primera esposa al marcharse a Hollywood. Sin embargo, cuando Jarre falleció en 2009, le dejó todos sus derechos a su cuarta esposa. En febrero de este año Jean-Michel junto con su hermana Stephanie acudió al Tribunal de Estrasburgo para impugnar el testamento una vez más, sin suerte. Maurice Jarre. Un músico versátil e inabarcable.
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