En pleno siglo XXI celebramos que la mujer sigue siéndolo. Como cada 8 de marzo las redes sociales, WhatsApp, mensajes, periódicos, radios, telediarios se han vuelto a llenar de mensajes de reivindicación que ponen de relieve cómo después de 2.000 años las mujeres seguimos estando a la cola en lo que a derechos sociales y laborales, sobre todo laborales, se refiere.
Mujeres, que incluyen en el término a la madre y a la trabajadora y a esa superhumana capaz de desarrollar al tiempo todas estas facetas de su vida renunciando, a veces a su condición de personas. No les digo nada si además de mujer es rural; ahí si que hay poco que celebrar.
En este ámbito alejado del mundo urbanita las mujeres comparten la carga de trabajo de las labores del campo y de la mar y, sin embargo lo hacen de manera soterrada, desapercibida sin que se terminen de reconocer sus derechos de titularidad compartida en las explotaciones y sin alternativas profesionales que las llevan a asumir un puesto de segunda categoría a la sombra de los hombres.
No se si es falta de sensibilidad, de educación y cultura, en definitiva, o de herramientas que favorezcan unas condiciones paritarias de acceso, no solo al mercado laboral sino a los mecanismos de emprendimiento, donde las mujeres hoy, cada vez más formadas y preparadas puedan labrarse un porvenir, digno donde desarrollarse como profesionales, madres, mujeres, personas.
Algo falla en la sociedad cuando las mujeres aún tienen que reivindicar más apoyo público de los Gobiernos, para incentivar el emprendimiento rural, garantizar la igualdad de oportunidades laborales y acabar con problemas como la violencia de género. Amfar, Afammer, Femur, Fademur ,COAG-Ceres, Fedepesca o Cepesca, todas ellas asociaciones represeentativas de este colectivo femenino fuera de las grandes urbes lo han puesto manifiesto estos días.
Si para reivindicarse como mujer y luchar por la conciliación hay que llevarse los niños al trabajo, mucho saben nuestras mujeres rurales que hasta no hace muchos años cargaban a sus niños mientras realizaban las labores propias del campo y sin embargo pese a su reconocida capacidad para ser todo lo que implica serlo, trabajadora, madre, profesional, persona y rural aún hoy celebramos que no tenemos ni los mismos derechos ni las mismas oportunidades ni el mismo reconocimiento si lo medimos en términos de remuneración salarial.
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