¿Si tuvieran un capitalito para invertir y pocos minutos para decidir en qué sector hacerlo, pensarían en el agroalimentario?
Las sociedades de capital riesgo tienen claro que no, o al menos así desprende del Anuario del Instituto de Capital Riesgo que apunta a que, mientras que en start up tecnológicas se invirtieron el año pasado 320 millones de euros, en agroalimentación el capital riesgo apenas dejó 8,5 millones, ni el 1% de las operaciones.
La explicación parece clara, la rapidez en la recuperación y rentabilidad de la inversión es mucho más ventajosa en el sector de las tecnológicas que en el agrario, que ha de esperar a recoger la cosecha para saber si esta campaña la naturaleza acompaña y los precios y el mercado se comportan y, con suerte y buen hacer, no sólo se cubren gastos sino que puede quedar algo de beneficio. Y si no que se lo digan al sector lácteo o al cunícola o a las frutas de verano.
Y sin embargo algo tiene el sector agropecuario que atrae a las entidades bancarias y financieras, que no solo se multiplican en aquellas regiones donde la producción primaria ha obrado el milagro y ha hecho próspera la tierra y a sus habitantes, como en Almería con sus cultivos bajo techo, sino que se afana en ofrecer servicios adaptados a un sector que invierte en sus cosechas al inicio de la campaña y solo recupera o recoge beneficios según los caprichos de la naturaleza cuando termina la misma.
Un sector que necesita liquidez y financiación para alimentar los frutos de su labor, con la adquisición de tierras, semillas, fertilizantes y fitosanitarios, maquinaria, agua, carburante, electricidad, animales para cria, recría, sementales, pienso, vacunas, mejoras en las explotaciones, seguros… con un coste que a priori nunca sabe si se llegará a cubrir.
Liquidez que no siempre ha resultado fácil para agricultores y ganaderos, pese a que cada año reciben importantes cuantías en forma de ayudas de la Política Agrícola Común, este año nada menos 4.900 millones de euros a repartir entre 880.000 productores que deberán comparar entidades para ver cuáles ofrecen mejores condiciones de anticipo de las mismas a cambio de ingresarlas en sus cuentas.
Eso sí, todo apunta a que es un sector con futuro, motor de la economía que ha resistido los envites de la crisis como ningún otro y un potencial de desarrollo muy prometedor, de ahí el interés de las entidades financieras.
Dicen que los urbanitas vivimos estresados, y añoramos la vida rural y eso que los afortunados que tienen nómina van viendo mes a mes el fruto de su esfuerzo a pesar de los atascos cuando llueve, nieva o cae el pedrisco, pero si tuviésemos que vivir mirando al cielo sin dejar de trabajar sin saber qué salario cobraremos al final de la temporada, viviríamos más tranquilos?
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