Esta semana hemos asistido al Día Mundial del Pan, al Día Mundial de la Alimentación y al Día Mundial de la Mujer Rural. Bien pensado todos ellos tienen relación, ellas, las mujeres, las mujeres rurales son las que nos alimentan, las que desde tiempos inmemoriales han amasado ese alimento tan primitivo y elemental como el pan con el que nos han dado de comer y aún hoy siguen saciando el hambre en gran parte de ese mundo que nos celebra.
Como mujer, rural, que me considero, permitánme el corporativismo y la identificación con todas esas mujeres del campo y de la mar del las que vengo informando los últimos 14 años de profesión, he leído y escuchado a lo largo de la semana reflexiones acerca de la escasa representatividad que tenemos en los órganos de decisión, viéndonos relegadas en numerosas ocasiones a una imagen de mujer dedicada poco menos que al hogar, a las manualidades y la artesanía.
Nada más lejos de la realidad, las mujeres son un pilar fundamental y motor del sector agropecuario y pesquero por su esfuerzo y dedicación y por su trabajo, las más de las veces igual, que no igualitario, al que desarrollan los hombres.
Decía un gran conocer del sector y amigo, que las niñas nunca sueñan con ser mujeres rurales; quizá porque en el fondo somos conscientes de la dureza de su trabajo, físico, en condiciones de especial dureza, y si no que se lo digan a las rederas o las neskatillas, y silencioso en la medida en que apenas es reconocido.
Comparten el peso de sus explotaciones con sus parejas pero pocas son titulares principales, ahora es cuando se empieza a reconocer la cotitularidad y todos los derechos sociolaborales que de ella emana de todas estas mujeres que, como Charo, aquella ganadera de leche que nos contó como vivía la crisis láctea, ordeña, limpia, sanea, atiende, alimenta y gestiona su vaquería como el que más.
A pesar de que desde hace 4 años las mujeres pueden acogerse a la titularidad compartida de las explotaciones, hoy siguen siendo consideradas "ayuda familiar" como si su trabajo fuese una extensión de las labores domésticas. Baste un dato el 71,1% de los titulares de explotación agraria son hombres, frente al 28,8% que representan las mujeres.
Francamente, hemos celebrado nuestro día, méritos sobrados tenemos para ello pero en estas condiciones que no terminamos de querer cambiar, no se si por falta de información o formación, creo que yo tampoco soñaría con ser mujer rural.
Confío en que el año que viene podamos celebrar el cambio……. Como decía estos días Teresa López, de la Federación Española de Mujeres Rurales "es una cuestión de justicia social" para saldar una deuda histórica con madres, abuelas e hijas que durante siglos han regado con su sudor los campos de España.
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