"No entendemos muy bien qué está ocurriendo de un tiempo a esta parte. Nos da la impresión de que estamos metidos en una deriva legisladora de corte populista dirigida a buscar réditos electorales y en la oposición está operando un buenismo, no querer mojarse, que está poniendo en crisis principios ilustrados consolidados a la hora de entender un derecho penal moderno y propio de una democracia".
Así se refería Antonio García a la intención del Congreso de que el consumo de alcohol y drogas sea un agravante en lugar de un atenuante en los casos de violencia doméstica.
Explicó García que la intoxicación por drogas o alcohol es diferente si una persona se ha embriago con la intención de delinquir, es decir, para adquirí valor para cometer un delito que no se atrevería sin estar en ese estado, o si alguien borracho o drogado comete un delito que no tenía intención de cometer.
Cree el portavoz de la Asociación Profesional de la Magistratura que en los delitos de tráfico está sobradamente comprobado que la ingesta de alcohol afecta a la conducción y colocan al conductor en un riesgo potencial para sí mismo y para los demás."Pretender extrapolar una doctrina sensata a la violencia de género u otro ámbito es desmesurado e incomprensible en términos jurídicos". "El consumo de drogas y alcohol está contemplada como eximente en la legislación y en el catálogo de agravantes no está contemplada".
Los jueces "operamos con el principio sacrosanto de la presunción de inocencia", dijo García, que opinó que no se pueden aplicar eximentes o agravantes "gratuitamente". "Si al final la ingesta de alcohol es un agravante en delitos de violencia de género tendremos que preguntarnos por qué no en cualquier otro delito".
Considera Antonio García que no se puede "dar pasos atrás en el derecho penal", que es como interpreta concluir que una persona "por estar afectada por el alcohol o las drogas tiene que ver agravada su responsabilidad penal. Haber querido beber no significa haber querido cometer un delito".