Me levanto y leo un titular: "Galicia puede decirse que es una nación dentro del Estado español". Es una afirmación de la presidenta de la gestora del PSdeG -desde hace unas horas, también componente de la Ejecutiva Federal de PSOE-. Quizás este argumento de Pilar Cancela se fundamenta en que ella nació en Alemania, se crió en Venezuela y recrió en Galicia. Ya ven a lo que se llegó con aquel multiculturalismo de Rodríguez Zapatero. Pero el tema es otro.
El 39 Congreso Federal del PSOE aprobó algo muy grave y que traerá consecuencias: la plurinacionalidad de España. Idea descabellada que solo puede salir de la mente de un político soberbio que ignora lo que es una nación y apoyada por otros iluminados como él.
Esta estrambótica medida ha sido diseñada con un único fin: ganar la izquierda a la izquierda -como el tonto que come un bocata de patatas con patatas-. Porque a estos ignorantes, que desconocen por completo la historia de España, lo que menos les importa son daños irreparables que pueda causar semejante disparate. En principio, desde la oposición donde ahora están, es una ayudar como llovida del cielo para los objetivos del separatismo. Imagínense si llegan a gobernar la que se puede liar.
Lo he dicho en más de una ocasión y este sábado se ha confirmado: el PSOE nunca ha sido un parido de fiar. Tiene gente de fiar -como otros, ahora criminalizados-, pero como organización ahí está su historia. Siempre ha fallado en los mementos más críticos de la historia de España, dando la espalda al pueblo. Es más, ayudando más de una vez a liar la parda.
Pero qué se puede esperar de un partido que elige a un líder falto de recursos, en el más amplio sentido de la palabra, soberbio, rencoroso y analfabeto funcional. Sí, eso es Sánchez.
Lo de este cónclave socialista -porque así dicen llamarse- me recuerda aquel 28 Congreso. Sí, un congreso que ha pasado falsamente a la historia como el de la "espantada" de Felipe González sobre la retirada del término "marxista" de los principios del PSOE. No hubo tal "espantada". Los teóricamente ganadores -los que ganaron el congreso con el voto nominal- no quisieron hacerse cargo del partido y tuvo que volver Felipe, pero sin marxismo.
Se dieron circunstancias, sin embargo, más importante que el falso recuerdo de la estúpida espantada y el marxismo que la historia pasó por alto sobre este Congreso: la ponencia política. En aquella cita congresual de mayo de 1979 las diferentes delegaciones territoriales pedían lo mismo que hoy hace Pedro Sánchez: la autodeterminación de las comunidades y, por supuesto, que a todas se les reconociera el artículos 151 de la Constitución. En principio, establecido tan solo para Cataluña, País Vasco y Galicia, como "Comunidades Históricas".
Había que ver al senador Paco Bustelo arengar a la delegación gallega, una de las más proclives a lograr esa autodeterminación aunque solo fuese en papel mojado. De qué nos extraña que casi 40 después un mediocre, soberbio e ignorante político quiera lo mismo pero con otro nombre. No es que el PSOE de ahora sea otro, no. El PSOE nunca fue un partido de fiar. Miren su historia.