La imprevisibilidad con la que actúan algunos políticos resulta inquietante, sobre todo porque da la impresión de que es lo mismo negar la evidencia como tener complejo de inferioridad y creerte mejor que el adversario. Cuando esto sucede se unen dos elementos: mínima formación política -y la otra también- y bastantes dosis de frivolidad.
Me refiero a las piezas que han soltado dos políticos y que se califican por sí solar. El viceportavoz de eso que llaman partido instrumental admite que "hay margen de mejorar" en el trabajo de En Marea y ve a Feijóo como "un cero a la izquierda". Por si la genialidad no quedara clara, Antón Sánchez dice que no cierra la puerta a un debate sobre el liderazgo de Villares en el plenario de julio, aunque considera que "no se trata de un mero asunto nominal". Cuántos chistes se pueden hacer con lo que dice -y lo dice convencido- el diputado Sánchez. Mejor, dejarlo ahí.
La otra joya la dijo la presidenta de la gestora del PSdeG. Pues sí, Pilar Cancela niega que el PSOE "haya cambiado de postura" sobre la creación de una comisión de investigación en el caso del accidente de Angrois desde la vuelta de Pedro Sánchez. Al margen de la falta de verdad, la señora Cancela no se ha enterado que el PSdeG hace décadas que no tiene "postura". Y para redondear la cosa, llama a "endurecer el discurso" en O Hórreo, aunque defiende el "excelente trabajo" de Leiceaga.
Son dos claros ejemplos de dirigentes de nuestra clase política. Lo que confirma que estamos ante una gran demostración de fuerza de convocatoria, en la que tanto Antón Sánchez como Pilar Cancela muestran lo que desconocíamos hasta ahora: una gran exhibición de músculo intelectual. Pero no es fácil saber cuál de los dos pesa más, la masa encefálica de la inteligencia política o simplemente la lengua, como músculo de la frivolidad.