Recuerdo que no hace mucho que el Tribunal Supremo quitaba la custodia compartida a un padre por su "falta de respeto, abusiva y dominante" hacia la madre. Esta sentencia corregía una anterior que sostenía que no era perjudicial para el menor. Si este dictamen del Supremo sentó un precedente, la pregunta que nos hacemos todos es qué ha fallado para que un padre tenga custodia compartida y esté sometido a tratamiento psiquiátrico. Además, como en el anterior caso, todo apunta a un menos precio a su exmujer, con denuncias presentadas, sin que la Justicia hubiese hecho nada.
El caso es que un niño de 11 años fue asesinado por su padre que, según sus familiares, está siendo sometido a un tratamiento psiquiátrico. Cuando algo tan grave sucede, como el crimen de un niño es que, mírese como se mire, algo ha fallado en el sistema. En primera instancia si el primogenitor no padecía de esta enfermedad, suponemos que está bien la custodia compartida. Entre otras razones, no se puede interferir si no se encuentra incapacidad para desarrollar su rol parental hacia su hijo.
También suponemos que existirá un informe pericial psiquiátrico por si sufría algún tipo de sintomatología. Es lo razonable y lógico que se hace en estos procesos. Pero aunque en principio todo vaya bien, debe haber un seguimiento sobre los comportamientos futuros de los progenitores. No hacerlo puede conducir a situaciones tan trágicas como la del niño asesinado en Oza-Cesuras. Y luego nos preguntamos qué ha fallado.