Eso mismo, una noche desde que oscurece hasta que amanece, una buena conversación, porque me ha pasado, Coca Cola de litro y medio y de postre dos conitos de dulce de leche.
Sentados en un banquito, buena conversación, desnudar el alma es sumamente fácil; sólo expresas, dices quién y qué eres, y es reciproco, y entre palabras, gestos, miradas al paso del tiempo, momentos que perduran como si fuesen ahora, como si las dijese o las escuchase ahora. Sólo es dejar hablar al corazón, la racionalidad queda a sotavento, una noche de pasión no se elije, surge "porque una noche de pasión son chispas". Sabes de qué chispas te hablo, son las que se pierden, las que se derraman en una noche de blanco satén.
A lo lejos, el horizonte comenzó a clarear avisándonos de la llegada de nuestro mayor enemigo. Habíamos incendiado la aurora con nuestro abrazo y ahora nos devolvía acrecentado su fuego. Era momento de refugiarnos, de descansar en espera de una nueva oscuridad.
Por eso, en la soledad y tranquilidad de la noche miro por la ventana y me viene a mi memoria esa noche que sin haber planeado nada, todo salió perfecto.
Pilar Remartínez