Más de sesenta técnicos mineros, investigadores y catedráticos de toda España visitaron este martes la mina de Touro (A Coruña) para conocer los resultados del proceso de regeneración ambiental.
Según informan las cuatro empresas del proyecto de valorización implantado en el espacio de la antigua mina de cobre, la jornada fue organizada por el grupo de investigación Cretus (Agrupación Estratégica de Investigación en Tecnologías Ambientales) de la Universidade de Santiago de Compostela (USC) en colaboración con estas compañías.
Los visitantes participaron en un seminario técnico en las instalaciones de la antigua mina con el objeto de conocer el proceso de restauración implantado en la zona.
La jornada comenzó con una explicación teórica en la Escola Técnica Superior de Enxeñaría sobre las repercusiones e impacto ambiental de la explotación minera entre 1973 y 1986.
La mina de Touro fue utilizada por la empresa Ríotinto para la extracción de cobre durante 13 años. Esta actividad industrial "provocó la alteración ambiental del terreno con la acidificación de las aguas, cortes profundos o escombreras de estériles en una época en la que la legislación minera existente era laxa y no exigía la recuperación de los espacios afectados por las labores mineras", reconoce el departamento de prensa de las cuatro firmas.
En concreto, estas empresas se engloban en el autodenominado "centro de valorización ambiental de Touro-O Pino" y son Explotaciones Gallegas, de producción de áridos y restauración de terrenos; Tratamientos Ecológicos del Noroeste, centrada en el compostaje y que fabrica tecnosoles; Tecnología y Reciclaje de Materiales, de reciclaje de plásticos, y el centro de valorización ambiental del norte, dedicado a desarrollo e innovación en materia medioambiental.
Explotaciones Gallegas, junto a Atalaya Mining (propietaria y explotadora de las minas de Riotinto), es la que pretende reactivar ahora la explotación de cobre.
"CORREGIR LA CALIDAD DE LAS AGUAS"
Las cuatro compañías mencionadas, propietarias de los terrenos desde 1993, reivindican haber iniciado en la segunda mitad de los 90 el plan de regeneración de la vieja mina "para corregir la calidad de las aguas de los ríos del entorno".
"En cooperación con la propiedad, un equipo de investigadores del departamento de Edafología de la USC, liderado por el catedrático Felipe Macías, puso entonces en marcha un programa, pionero en el marco de la Unión Europea, de restauración de aguas y terrenos afectados por la extracción de cobre", resaltan.
Macías relata a través de la nota de prensa que los trabajos de rehabilitación comenzaron por la corrección de acidez de las aguas que contaban con un pH inferior a tres. "Para revertir la situación, los investigadores idearon un humedal reactivo, que funciona como una depuradora natural, al que se incorporaron cuatro tipos de tecnosoles (suelos artificiales obtenidos por valorización biogeoquímica de residuos)", explica.
"Los tecnosoles empleados en la mina de Touro son suelos diseñados, formulados y elaborados específicamente para corregir los problemas de terrenos, aguas y ecosistemas dañados por la actividad minera", añade.
Así, llama la atención sobre que, "con el sistema implantado, basado en un humedal reactivo y en tecnosoles 'a la carta', se consiguió reducir la acidez o alcalinidad excesiva del terreno".
ORGANISMOS EXTREMÓFILOS
Macías reconoce en el comunicado que las aguas de los regatos Angumil, Portapego y Felisa, con bajo caudal --incluso alguno de carácter estacional--, siguen sufriendo afectación debido a la aparición de una gran biodiversidad de organismos extremófilos (microorganismos que nacen y viven en condiciones extremas) de las que más de un 85% de su ADN es desconocido para la ciencia.
"Estos microorganismos pertenecen a los grupos de seres vivos más antiguos de la Tierra y son diferentes a los existentes en el río Tinto (Huelva) que llevan estudiándose más de 20 años por la NASA, con el trabajo de numerosos investigadores, para tratar de conocer más sobre sus funciones en los medios acidificados y su posible ayuda para el conocimiento del origen de la vida y la posibilidad de existencia de vida en otros planetas", expone.
La aparición de estas bacterias, debido a su elevada biodiversidad de ADN desconocido para la ciencia, "supuso un obstáculo para poder avanzar en el plan de recuperación de la totalidad de los recursos hídricos de la zona", argumenta el comunicado.
De todos modos, Macías apunta que se lleva a cabo una labor "constante de vigilancia y control para que no haya influencia negativa en el medio receptor, en el caudal que recibe esas aguas".