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Llegar aprendido

La ignorancia actúa como una carcoma. Como las Aido y Montserrat que emergen en ese subgénero en el que han convertido la actividad política.

Zapatero fue un gran descubridor, entre otras cosas, de una ministra que quiso introducir en el DRAE el vocablo miembra. Pese a su ignorancia, hoy la republicana Bibiana Aido vive como una reina. El PP de Mariano nos coló a una ministra de verbo fácil y fluido, a la que se le entiende todo. Bueno, o casi. Porque la señora Montserrat se empeñó en aclararnos lo que dijo sobre el copago farmacéutico de los pensionistas, que todos hemos entendido, pero ella no. Es como lo del feto de 13 semanas que, según Aido, es un ser vivo pero no humano.

La ignorancia actúa como una carcoma. Posee su forma, la forma de una oruga, y se entromete en los conocimientos para generar agujeros de pasmo y creciente dolor.

Pero existen dos clases de ignorancia. Una pasiva que se relaciona con el quehacer propio del animal ignaro, sin pretensiones. Y otra activa, en la que el animal se supone suficiente y emplea una eficaz energía para manifestarse y transformar su presencia en amenaza. Lo curioso del asunto es que las dos utilizaron ambas ignorancias.

Esta ignorancia que, como dirían en ciertos círculos del mundo autollamado intelectual, cunde en una parte de los que se dedican a la política, y produce un malestar en los nuevos intelectos. Es decir, a los que son como las Aido o Montserrat, que últimamente parecen emerger en ese subgénero en que han convertido la actividad pública. Decía mi maestro que un ministerio no se ejerce por fingir saber, hay que llegar aprendido.

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