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El gran pacto

La intención del populismo es convertir al socialismo en una anécdota. Y muchos confunden ahora el rigor puritano de una meretriz convertida en beata.

El día después de las últimas elecciones municipales todos los partidos políticos cumplieron con la tradición y de algún modo buscaron una lectura positiva del resultado electoral. Fue una vez más un ejercicio de funambulismo político porque muy probablemente la lectura más ajustada a la realidad dice todo lo contrario. Y, en vísperas de que termine otro año, los hechos ahí están.

No deja de asombrar que esta decente Galicia se sienta hoy escandalizada por la gestión política del populismo que gobierna en grandes ciudades gallegas. Muchos confunden ahora, como dice la metáfora, el rigor puritano de una meretriz convertida en beata. Nadie conoce el futuro, pero todos conocían el pasado.

Gran parte del avance logrado en algunas áreas en Galicia fue dilapidado por el bipartido, formado por PSOE y BNG entre los años 2005 y 2009. Así que menos lobos democráticos. No hace falta recordar que tanto en aquellas elecciones autonómicas como en las municipales de 2015, los gallegos votaron lo que votaron. Como hizo en 2005 con el nacionalismo, en las locales el PSOE le puso la alfombra roja al populismo.

Los movimientos de unos y otros y la intención del populismo de convertir al socialismo en una anécdota será determinante para el futuro de la Comunidad gallega. Porque aunque el PP logró su tercera mayoría absoluta y manda en el Gobierno autonómico, los municipios, donde los partidos juegan con la política más cercana, están en tierra de nadie. Por eso, PP y PSOE deben afrontar un gran pacto para recuperar la estabilidad política y social futura.

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