Cómo sustraerse a la tentación de no escribir unas líneas sobre Fidel Castro. En esta época del año, el domingo suele ser placentero y puede aprovecharse para hallar temas interesantes de los que tratar. Pero después de lo del mamarracho que la montó con los sesenta segundos de la señora Barberá, el cuerpo no me pedía meterme en este tipo de comentarios. Claro que todo cambió. Y ese cambio se lo debo a una política becaria y a un magistrado en excedencia, que debe aplicarse más si no quiere volver a ponerse la toga antes de que lo obliguen.
Una y otro, es decir, becaria y jurista ensalzan la lucha del dictador Castro. Cómo demostró que un país pequeño pusiera contra las cuerdas al "imperio" yanqui. Sí, al mismo que tanto odio tiene nuestra izquierda.
Para no hablar de las penosas y escandalosas interioridades isleñas, la becaria podría recordar, aunque fuese como anécdota, aquello de la crisis de los misiles, que estuvo a punto de desembocar en una guerra nuclear. Claro, para esta progresista todo lo de Cuba fue por el bloqueo. Y el segundo, qué diría si en su sala de magistrado apareciese una persona para denunciar con pruebas más que fehacientes que otra persona, por tener ideas diferentes a las impuestas por un comandante tirano, sufre penosos castigos, mazmorra e incluso fusilamiento. Cuál sería la sentencia. Iría en la línea que juró y prometió defender y aplicar cuando accedió a su cargo.
Pues nada. Estos líderes de dos partidos gallegos -uno de corte nacionalista y el otro de esos que exigen el derecho a decidir, el no sé qué- resulta que ahora han vuelto al internacionalismo, lo que ha sido siempre la izquierda, salvo cuando se hacen campañas domésticas. Y créanme, hasta dentro poco añorarán aquella desaparecida URSS y los chistes que se hacían de Nikita (Nikita, Nikita, lo que se da no se quita), el mandatario soviético de apellido largo en la famosa crisis de los misiles.
Como chistes, pero de mal gusto, fue el peregrinaje a la "casa santuario" de los Castro en Láncara. Es decir, el ensalzamiento del dictador. Porque de eso se trataba.
Y ahora se ha muerto Fidel, un nombre y un hombre en la Historia. Y la Historia está para contarla. Pero no como pretenden narrarla la becaria y el exmagistrado. Sino lo que pasó y sigue pasando Cuba. No vale con decir ‘Y en eso llegó Fidel’ al ‘Y en esto murió Fidel’. No. La historia es otra cosa, y es necesario conocerla.