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Reconocimiento

La iniciativa del código ético de Manuel Baltar es imprescindible y en ella deberían verse reflejados sus "colegas" de otras instituciones.

El código ético de la Diputación de Ourense es la mejor prueba de que si se quiere se puede. Y la institución provincial quiso y ha sido capaz de reponerse a tanto varapalo -incluso de los más ruines e impropios en una democracia- para mostrar su total transparencia. Probablemente ha vivido una etapa convulsa, con tantos de esos dimes y diretes, pero el trabajo de su presidente y la profesionalidad de los funcionarios ha permitido dar ese gran salto: un reconocimiento tanto en el ámbito estatal como en el internacional.

En los tiempos que corren, impulsar un código ético es más que una hazaña de la que uno deber salir victorioso de las "batallas" -externas e internas- a las que se tiene que enfrentar. Pero ganar esa "guerra" ha sido uno de los principales objetivos de Manuel Baltar desde que está al frente del ente provincial ourensano. Una iniciativa imprescindible en la que deberían verse reflejados sus "colegas" de otras instituciones. Porque el reconocimiento no llega solo.

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