Cuando visitas Folgoso do Courel uno se queda prendado de su paisaje natural, ya sea verde, como es habitual, o blanco, si ha nevado. La carretera serpentea entre la sierra y la vegetación se abre de vez en cuando para que podamos ver el valle, allá abajo.
Las casas parecen posadas en las laderas y disfrutan de una intimidad y una tranquilidad envidiables. Las nueve aldeas que forman parte de Folgoso do Courel, entre las que están Esperante, Meiraos o Vilamor, además de la que da nombre al municipio, nos invitan a conocer la riqueza de sus tierras, de las que salen deliciosos productos.
Es tierra de castros, como el Castro da Torre, una construcción cuadrada entre los restos de una fortaleza de pueblos prerromanos, un gran foso defensivo y un depósito de agua excavado en la roca.
El relieve de Folgoso do Courel, lleno de barrancos, cañones y cuevas, hace las delicias de los deportistas de aventura que llegan hasta aquí.
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