Un paisaje de gran pureza es lo que se aprecia en el municipio lucense de A Pastoriza. Sus dominios nos regalan preciosas panorámicas de los montes de Neda y del Campo do Oso pero, sin duda, el secreto a voces mejor guardado aparece en un lugar especial. La cristalina laguna de Fonmiñá empapa con sus aguas un paisaje teñido de verde. Ese espejo líquido simboliza la fuerza, el tesón y el esfuerzo del río Miño que cobrará importancia a cada kilómetro que surque por estas tierras. En sus riberas, el agua da vida a preciosas playas fluviales y parece detenerse en áreas recreativas como la de A Liboira. Ese fluir también está presente en el conjunto de iglesias que se reparten por sus parroquias. San Salvador de Crecente o San Xoán de Lagoa son dos ejemplos que reflejan esa profunda magia. Tomemos un respiro. Sobre todo, si es agosto. Durante el primer viernes del cálido mes, el mundo celta invade la localidad. La fiesta de Lughnasad recrea un ambiente un tanto misterioso acompañado de conjuros, bodas, música y gastronomía. En su paisaje, atmósfera y legado ancestral, la localidad de A Pastoriza invoca su enxebre latir.
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