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En Clave Rural: Arranca la Cumbre del Clima (COP 28), que se celebra en Emiratos Árabes

María Santos comenta toda la actualidad del campo y del mundo rural.

El audio empezará a sonar cuando acabe el anuncio

Empezamos el ultimo mes del año, un diciembre trepidante en el que se acumulan los eventos y la toma de decisiones ralentizadas más de medio año por las dos convocatorias electorales que hemos tenido ese 2023.

El más calentito, y me refiero a las temperaturas desde que hay registros y dicen, que el que más incremento de la altura del mar ha anotado. De todo esto se ha empezado a hablar en la Cumbre del Clima, la COP 28 ya que curiosamente pretende debatir y consolidar la lucha contra el cambio climático desde una de las cunas de los combustibles fósiles, Emiratos Árabes Unidos. Toda una paradoja que indica que el business es el business y si hay que hablar del fin delos combustibles fósiles para vender más y más caro el petróleo y sus derivados pues lo hablamos.

Esto último es pura opinión, lo que les cuento ahora es una realidad y es que en Bruselas no paran de sucederse las decisiones, como en 2024 hay elecciones en Europa parece que la cruzada verde quiere dejarlo todo atado y bien atado: desde la Ley de restauración de la naturaleza, el reglamento de envases, el de fitosanitarios, la autorización del glifosato, y ahora el transporte de animales vivos, que penalizaba especialmente a los países del sur y el de emisiones industriales en el que, al nivel de la minería u otras grandes sectores industriales afecta también a la ganadería.

Empezando por la buena noticia hay que decir que ha dejado fuera a las explotaciones de vacuno pero en su acuerdo provisional, los colegisladores han ajustado determinados umbrales agrícolas para la cría de animales: 300 unidades para los cerdos, 280 para las aves de corral (300 para las gallinas ponedoras) y 380 para las explotaciones agrarias mixtas. Las explotaciones extensivas y la ganadería de uso doméstico quedarían excluidas del ámbito de aplicación de la Directiva. Las nuevas normas se aplicarían progresivamente, empezando en 2030 por las explotaciones más grandes.

Y llama la atención la ingenuidad de Bruselas en lucha contra el clima, con un ridículo peso sobre las emisiones globales de apenas un 8% se empeña en desmontar todo su tejido productivo en aras a dar ejemplo a un mundo que aprovecha atónito la oportunidad de ocupar el nicho de mercado que los europeos dejamos libre para convertirnos en el jardín del planeta; olvidándose de aquí también tenemos que comer, vertirnos, movernos, vivir en definitiva.

Volviendo a la cumbre del clima de Naciones Unidas ya anota 27 fracasos, y, la verdad, esperemos que este sea el número 28. Porque por más que se empeñen la naturaleza es infalible y el ser humano solo uno más en la cadena trófica que por mucho que se crea no tiene capacidad más que para adaptarse a las nuevas condiciones.

Y en lo que se refiere a nuestro sector, es el ejemplo más palpable de cómo gracias a esa capacidad de adaptación de producir alimentos, domesticando especies y cultivando plantas ha podido sobrevivir fuera de las cuevas. Ahora la adaptación es más urgente que nunca y, posible, con la tecnología y el conocimiento de nuestra parte, solo hace falta que los dogmas y las ideologías que nos gobiernan no lastren esa capacidad adaptativa que mantenga nuestros rendimientos productivos a pesar de tener cada vez menos disponibilidad de agua y cada vez más calor, más frio, más torrencialidad, más plagas...

Pero decir diciembre es decir la palabra mágica, la Navidad. Esa época del año cada vez más larga donde nos atrevemos a rascarnos el bolsillo para disfrutar de todas esas delicatesen que nos ofrece el país más rico del mundo.

Más allá de los asuntos más de actualidad y más políticos, como el Acuerdo alcanzado en Doñana en el que se reconoce que los agricultores y sus cultivos de berries de la corona norte de Doñana son víctimas colaterales y no verdugos de los efectos que el cambio climático está teniendo en el paraíso del Parque Natural de Doñana, hoy hablaremos de algunos de esos majares.

Uno se lo debo de la semana pasada que, para variar me quede sin tiempo y no pude descubrirles los aceites de la Sierra del Moncayo y el otro porque ha logrado unirse para defenderse de falsas acusaciones de consumir mucha agua y porque cada vez tiene más presencia en nuestra dieta: los aguacates y mangos nacionales, ya saben los de la huella de carbono chiquitita.

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