Muy buenos días, bienvenidos un sábado más a En Clave Rural, ya estamos listos para repasar con todos ustedes lo que ha dado de sí la actividad agropecuaria de la semana.
Hoy no miramos al cielo, que los últimos siete días parece que han dado una tregua, pero no hay que confiarse que coincidiendo con la celebración de un año de vigencia de la primera ley de cambio climático de este país, una Ley que nace con diez años de demoras nos encontramos con un escenario absolutamente distinto al que propicio eso que llaman ambición climática y que se centra en un transición ecológeta o perdón ecológica, que nos lleva a renunciar a las energías clásicas para apostar por las renovables.
Eso si, una transición energética a dos velocidades una, la del desmantelamiento mucho más rápida que la de la puesta en marcha de todas esas renovables que nos harán, más verdes, más felices y mucho más pobres, como ya estamos viendo.
Y que en algunos casos se lleva o eso intenta por delante el modelo productivo agrario, como ha pasado en Paredes de Navas una localidad palentina en la que el alcalde quiso destinar nada menos que las 948 hectáreas de una parcela comunal para la instalación de una mega planta solar, una intención que ha echado abajo el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León que ha limitado a 460 las hectáreas que se podrán destinar de este monte comunal a uso industrial. Vamos analizar la sentencia porque Tribunal da pistas del choque de intereses entre esta fiebre energética y la necesidad de preservar las costumbres y modos de vida de los vecinos, especialmente cuando se refiere a los derechos de uso de un bien de todos los vecinos.
Y no crean que es el único conflicto energético de la semana, y eso que dejamos de lado el dolor de cada agricultor o ganadero cuando va a llenar el depósito de su tractor o su vehículo. Resulta que los regantes no ven retribuida la energía que se quedan las eléctricas de sus excedentes fotovoltaicos, esos que generan los paneles en los que han invertido millonadas los regantes y que no usan cuando tienen que regar.
La comunidad de regantes de santa maría magdalena de Jaén pagaron los 4,5 millones de euros que costó la planta fotovoltaica y denuncian que aún no han logrado ninguna retribución por dicha energía. Estiman que las pérdidas por no poder vender sus excedentes de energía solar superan los 2 millones de euros.
Claro que para factura la que el cambio climático pasa ya a la agricultura, nada menos que unas pérdidas anuales de 550 millones de euros, el 6% del valor de la producción. Y el debate, en lo que al campo se refiere, no es tanto si cambio si o no porque es palpable y evidente sino de si somos capaces de revertirlo o ralentizarlo y cuáles deben
ser los sectores sacrificados para hacerlo. Vamos así simplificando si morir de calor o de hambre.
Y si me permiten la reflexión, ahora que sobre todo lo verde sobrevuela el concepto de sostenibilidad, una palabra tan manida que ha quedado hueca de concepto, un concepto que englobaba desarrollo, económico, ambiental y social y ahora es solo una palabra verde les lanzo el pensamiento de Don Ángel León, el chef del mar, un tres estrellas Michelín que asegura que de tanto repetir la palabra acabaremos creyéndonos que de verdad somos sostenibles. Cuando la realidad es que lo sostenible debe ser natural y eso pasa por aceptar la imperfección de la naturaleza, su espacio/tiempo, en otras palabra apostar por los productos de nuestro entorno en el tiempo en el que están de temporada como se ha hecho toda la vida. Que ahora todos comemos quinoa, que es muy healthy y damos la espalda a las lentejas que son igualmente unas leguminosas buenas para la salud y para el planeta, aunque eso sí, mucho más tradicionales.
Pero el protagonismo esta semana nos lleva a Ciudad Real donde después de dos años el mundo del vino ha localizado su capital. La Feria Nacional del Vino recibía entre abucheos al presidente Sánchez, menos mal que no le acompañaba Garzón, y donde nuestros caldos se han exhibido en un clima de optimismo y confianza. Será nuestro analista Javier Santacruz quien nos lo cuente todo después de sus sabias informaciones en clave internacional.
Y para cerrar nos reservaremos a ritmo de chotis un producto muy castizo, las rosquillas del San Isidro que este fin de semana, tontas, listas, santaclara, francesas o de frambuesa harán las delicias de los que vuelvan dos años después a la pradera del santo agricultor que ya es paradógico que sea un labrador, zahorí y hacedor de lluvias el patrón de una de las capitales más urbanitas del mundo.
Lo dicho, cargaditos de energía, siempre positiva, y si nuestro director técnico Amalio Varela está listo, nos ponemos manos a la obra.
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