En el tercer programa de Música y Letra dedicado a la figura de Beethoven —se cumplen 250 años de su nacimiento—, Andrés Amorós ha continuado desgranando las sinfonías del genio alemán centrándose, en esta ocasión, en la quinta, sexta y séptima. Tres piezas centrales en su repertorio, centradas cada una en un tema que, de alguna forma, ayuda a conocer la propia personalidad del compositor, y sus inquietudes románticas.
De la quinta, "posiblemente la más conocida de todas, e incluso la más popular de la historia de la música clásica, junto con Las cuatro estaciones de Vivaldi", según el crítico, se ha reproducido en el programa tanto el inicio como el final. "El inicio podría ser el símbolo de la música occidental, y el arquetipo de lo que es Beethoven", ha dicho Amorós. "Se estrenó en 1808, justo después de su ópera Fidelio". En esas "cuatro notas" repetidas "muchos han visto simbolizada la llamada del destino, y otros la propia lucha del artista contra la adversidad del mundo". Para E. M. Forster, se trata del "ruido más sensible que ha penetrado jamás en el oído de cualquier ser humano"; y para Berlioz, de "una música que refleja lo más íntimo del pensamiento de Beethoven: sus dolores secretos, su cólera reprimida y sus sueños llenos de abatimiento". En palabras de Amorós: "Toda una catarata de sentimientos puramente humanos, transformados bellamente en música, para que todos podamos sentirnos reconocidos". La versión que ha sonado ha sido la de la Filarmónica de Berlín, bajo la dirección de Karajan.
El final de esa sinfonía, por otro lado, no se queda atrás. "Decía Hoffman que la quinta es la pieza más unitaria y simple de la obra del alemán". La versión escuchada ha sido la de Sergiu Celibidache con la Orquesta de RTVE. "Celibidache era uno de los grandes genios de la música, que se afanaba por conseguir que las piezas que dirigía sonasen de una manera distinta, para que el público las escuchase como por primera vez. En definitiva, como si estuviesen naciendo para nosotros en ese preciso instante".
De la sexta sinfonía también han sonado dos fragmentos. Concretamente el tiempo primero y el tercero. Se trata de una pieza pastoral, en la que el mismo Beethoven explicó que había querido "evocar los sentimientos que le transmitía la naturaleza, antes que realizar una mera descripción". Él también llegó a decir que prefería "a un árbol que a un hombre", y se comentaba que nada más despertarse, "antes de asearse y comenzar el día, se quedaba un buen rato absorto, mirando el paisaje desde la ventana". El primer tiempo ha sonado a cargo de la Filarmónica de Viena, bajo la dirección de Karl Böhm; y el tiempo tercero de la orquesta bávara, bajo la dirección de Bernard Haitink.
La séptima es otra de las grandes piezas de la historia de la música. "Estrenada en 1812 durante un concierto benéfico por los heridos de la guerra, se dice que fue todo un éxito pese a la dirección del mismo Beethoven". En ese momento, el compositor estaba completamente sordo, "por lo que se entiende que la crítica catalogase su forma de dirigir como ‘muy insegura’ y ‘a veces hasta cómica’". Pese a todo, "ese fue el momento en el que nació la gran popularidad del alemán". La compuso en una época de amores, durante "la primavera más hermosa", según sus propias palabras, "porque había conocido a Bettina Brentano". En el programa ha sonado el tiempo tercero, dirigido, durante su gira por Japón, por Carlos Kleiber.
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