Hoy, 19 de marzo es un día de celebraciones, pero si hay algo que vale la pena celebrar es la Hora del Planeta. Esta noche de 20:30 a 21:30 Monumentos, sedes Institucionales y empresariales, particulares apagarán sus luces en un gesto simbólico para llamar la atención sobre el riesgo que supone para el planeta y el conjunto de la humanidad el cambio climático.
Aún hay muchos escépticos que creen que el cambio climático es un invento con intereses comerciales y económicos pero lo cierto es que más allá de las reivindicaciones más o menos interesadas las cifras constatan un calentamiento global que empieza a modificar el comportamiento de animales y plantas y obliga a modificar el manejo de una parte importante de los cultivos.
Lejos del catastrofismo, los cambios climáticos son ya perceptibles a simple vista por un sector como el agropecuario que ha visto florecer los almendros un mes y medio antes de lo habitual, que ha adelantado cosechas y retrasado siembras y sufrido las heladas a destiempo y la consecuente merma de producciones.
No se trata de criminalizar ni buscar culpables pero la hora del Planeta, para los que más descreídos que no están por la labor de apagar las luces puede ser una buena escusa para pararse a pensar en la riqueza de nuestro planeta que se agota y qué parte de responsabilidad tenemos cada uno de nosotros en ello.
No solo la energía puede ser eficiente, granito a granito se hace el granero, dicen en este gremio y esta invitación a pensar es el mío para contribuir a estirar la rica vida de esta Tierra que nos aloja y alimenta, de momento.
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