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Hoy escribes tú

¡Esta varita no funciona! y Algo le pasa a Doña Facunda

Andrés Amorós nos trae hoy dos relatos con final sorprendente. Uno sobre la infancia y otro sobre la vejez.

Hoy escribes tú, ¡Esta varita no funciona! y Algo le pasa a Doña Facunda

El audio empezará a sonar cuando acabe el anuncio

¡Esta varita no funciona!

¡Miguel! Ayer me regalaron un juego de magia como el tuyo, pero no funciona. El Borrás de 50 trucos. Fue el cumpleaños de mi hermano pero el mejor regalo me lo dieron a mí. A él sólo le han regalado sonajeros y eso... y encima yo me comí su tarta... como no tiene dientes...

¿Has traído hoy el balón? Le tendré que decir a mi madre que me arregle la varita porque no funciona. ¿Tú sabes si las madres arreglan varitas mágicas? Se me ha metido arena en el zapato. Mejor se lo pido a papá cuando llegue del trabajo porque mamá no tiene nunca tiempo. Se pasa todo el día intentando que se calle mi hermano.

Seguro que mi papi puede. A su fiesta sólo vinieron los primos españoles. A la mía vinieron también mis primos alemanes porque yo soy mayor. Mi cumple estuvo genial porque pasaron aquí una semana entera y encima era verano. 

¡Cuando sea mi cumple otra vez te invito! Esta mañana, cuando mi madre estaba en la ducha, he intentado hacer el truco otra vez pero tampoco ha funcionado. Y mis primos lo intentaron ayer y nada y eso que son mayores que yo. O sea... que la varita está rota.

Bueno... cuando llegue a casa lo intento otra vez y si no funciona que lo devuelvan. Oye... tengo hambre. ¿Qué habrá de comer hoy? Luego te traes tu varita a mi casa y probamos ¿vale? A lo mejor tu Borrás de 100 trucos tiene polvos mágicos. Estoy seguro de que en mi caja no hay polvos mágicos. Mi madre dice que si digo bien las palabras mágicas tres veces salen TODOS los trucos. ¡¡A lo mejor lo que pasa es que las he dicho mal!!

¡Abracadabrapatadecabra!

¡Abracadabrapatadecabra!

¡Abracadabrapatadecabra!

No... estoy seguro de que las he dicho bien todas las veces...

¡Y mi hermano sigue sin desaparecer!

Gloria Viseras Díe

Algo le pasa a Doña Facunda

Laura está convencida de que a su madre le pasa algo. Sigue sorda como siempre, pero ya no usa las gafas y le ha cambiado el carácter. Facunda era arisca y malpensada. Su hija solía decirle que era una rumiadora nata, siempre dando vuelta a las cosas en la cabeza, convencida de que le hablaban con segundas.

Viuda desde los sesenta de Paco, había paseado su luto hasta hace unas semanas, cuando inesperadamente se compró un traje en tonos turquesas y se había suavizado su mal genio.

Laura ha leído en una revista de la peluquería que a veces esto sucede en personas que tienen un tumor en la cabeza y por eso se ha encargado de pasearla por las consultas de varios especialistas.

-Doña Facunda ¿Ve las letras de ahí delante? -dice el médico hablándole directamente a la oreja

-¿Mande? -replica girándose hacia él y quedando con la boca abierta.

-Madre, que dice el doctor que si ve esas letras de ahí.

Y la viejecita con perfil de croissant y pelo violeta se coloca la mano detrás de la oreja y entorna los ojos:

-¿Lo qué me dices?

Laura se acerca más a ella y le habla pausadamente al tiempo que le señala la pantalla con la mano que no sujeta el bolso- ¿Ve esas letras madre?

-Coña, pues claro.

-¡Pues dígalas!

Y nada, de momento todos dicen que doña Facunda está bien para su edad solo con algo de azúcar y artrosis, además de la sordera.

De la consulta se van a casa de Laura, con la que vive desde poco después de fallecer Paco. Con ella está todo el año, menos en verano, cuando va a su casita del pueblo, donde se come, dice ella "como Dios manda, no las porquerías de la ciudad", y la vida tiene otro ritmo.

Al llegar al portal, Luís, un conserje jovencito que lleva poco en el edificio, les saluda y llama al ascensor. Cuando entran por la puerta Laura se fija en su madre que va sonriendo.

-Desde luego que está Usté rara. A ver si el psiquiatra nos dice mañana lo que la pasa –dice Laura meneando la cabeza.

Facunda sabe lo que es. Ese chico, Luís, siempre tan amable, con su sonrisa y diciéndole lo guapa que está (a él si parece oírle), le ha robado el corazón. A su edad, Facunda ha vuelto a enamorarse.

Gonzalo Castiella

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