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Carta de Sánchez Dragó contra la prohibición de los toros

En Casa de Herrero ha intentado ponerse en contacto con Fernando Sánchez Dragó, un gran aficionado a los toros, para conocer su opinión sobre la prohibición catalana. El escritor, que se encuentra en Japón, ha contestado mediante un mail porque dice sentirse "como si hubieran asesinado a un ser querido". 

ciccioli dijo el día 29 de Julio de 2010 a las 14:00:

Opino lo mismo que el señor Dragó. Me refiero a que no volveré a pisar Cataluña. Y mira que me gusta Barcelona. Pero no volveré a pasear por su Barrio Gótico ni por sus Ramblas... Que se olviden de mi presencia; y conmigo millones de españoles, seguro

Ten1ente dijo el día 29 de Julio de 2010 a las 13:29:

Quitaron a los toros de Osborne por piedad y compasión. Tanto verme sufrir desde el coche, en verano, en invierno, ahí en pié, día y noche, sin que nadie te dé una mano de pintura, sin saber que uso tienen las bajeras de la silueta, sea ud. toro de chapa pintada para esto oxidandome, representando una Nación en tierra ajena, para que te corten con la radial.

Ciegos como yo, mejor en la chatarrería. O con antorchas en los cuernos.

cicoro dijo el día 29 de Julio de 2010 a las 12:52:

Como me duele que alguien a quien admiro hable así de mi tierra!!pero estoy de acuerdo con él.
Mis hijos ya están fuera de aquí, mi marido y yo ya tenemos la casa lista en Senegal, en cuanto podamos nos instalamos ahí. En BCN no se puede respirar.

Gorkaema dijo el día 29 de Julio de 2010 a las 10:54:

Según decía Jorge Oteiza, la tradición taurina es de origen preindoeuropeo, y más concretamente el estilo estático, quieto, inmóvil que caracterizó el toreo de un Manolete frente al de un Pepe Hillo es de raigambre vasca. Mas allá del etnocentrismo que subyace en estas consideraciones del nacionalista vasco que siempre fue Oteiza, es interesante destacar la verdad que éstas encierran, pues sí es cierto que la tradición taurina pertenece al sustrato ctónico reconocible en todo el Mediterráneo, como por ejemplo en la Creta minoica. Así, resulta curioso que unos supuestos nacionalistas renieguen de la tradición más atávica que todavía les quedaba, pero sobre todo lo es que lo hagan abrazando la más globalizadora y neoimperialista de las modas giliyanquis: la pseudo ecología que en forma de torpe remedo del trascendentalismo de Emerson y Thoureau no es otra cosa que la última forma de puritanismo de los descendientes de los primeros colonos que desembarcaron del Mayflower.