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Carta de amor

Al arte de cocinar mi amor dedico

Hace muchos años que dejé de escribir cartas de amor. 

Carta de amor: "Al arte de cocinar mi amor dedico"

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Ya no tengo la capacidad para ello, quizás la perdí hace tiempo. Es por eso por lo que he decidido dedicar mi carta, ¿por qué no?, a uno de los grandes amores de mi vida, que eres tú, la cocina.

Cuando en 1972 compré mis primeros libros culinarios para aprender lo mas básico, no sabía que llegarías a ser una de mis grandes pasiones. En aquella época los hombres no se prodigaban en estos menesteres porque no estaba bien visto, a pesar de que en los restaurantes mas famosos los pucheros se movían al son de grandes cocineros como Paul Bocuse y varios otros.

Para mí fuiste un descubrimiento, un amor que no tardío sino sabroso, lleno de aromas y colores que aún hoy en día siguen endulzando mi vida. Mis primeros libros de cocina pronto se multiplicaron por cuatro y después por ocho y así hasta llegar a la extensa colección que actualmente llena muchas de las estanterías de mi querida biblioteca y que me acercan a ti cada día. En momentos de decaimiento, en momentos de entusiasmo, de euforia, tú me dejas manejarte a mi antojo, haciendo, deshaciendo, inventando, buscando lo mejor que me puedas dar...

Eres un arte, un amor fiel, que no traiciona, que permite la creatividad. Sin protestar, te dejas hacer y recompensas deleitando a otros. Eres un amante que duerme en botes que se apilan en estanterías; en frigoríficos que guardan celosamente la frescura de tu sabor, tu textura, mientras esperas pacientemente que los jugos gástricos inciten al deseo de acariciarte a través de sartenes o pucheros que te miman con cariño aderezándote con aceites y especias que despiertan los sentidos y te dan un toque misterioso.

Mis labios se abren a tu beso caliente y húmedo que transforma mi paladar en un torrente de sabores que me emocionan y al mismo tiempo me producen placer. Amo las especias que son el vehículo con el que me acercas a otros paraísos, a otras tierras haciéndome sentir la satisfacción de algo exótico, desconocido. La satisfacción que me produces, me aletarga y me sume un sueno suave y reparador.

Ésta es, como dije al principio, una carta breve pero no por ello menos sentida. No expresa el romanticismo tradicional del amor de un ser humano por otro ser humano, pero deja entrever la pasión profunda que se puede sentir por cualquier arte, en este caso el de cocinar, uno de los grandes amores de mi vida, y por ello al fogón, a mis pucheros y en general a la ciencia de cocinar, se la dedico.

Maribel 

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