Menú
Carta de amor

Hola Luna

¿Me recuerdas? Soy yo, el chico de antes, quien suspiraba bastante por tus besos no probados... 

Carta de amor: "Hola Luna"

El audio empezará a sonar cuando acabe el anuncio

Sí, el muchacho desquiciado que te abordó un diecisiete, recuerdo: había cohetes previos a la navidad... ¡Qué grata fatalidad fue para mí conocerte! Procurarte y pretenderte fue para mí una cruzada, una vaina complicada que explico más adelante, no por menos importante, es el quid de la cuestión, crónica de mi ilusión y por tanto se merece el prefacio que se cuece en esta composición:

Yo era un chamo tan tranquilo... ahora dependo del tilo y sus efectos calmantes y debo decir que antes, cuando no te conocía, detestaba la poesía y toditas sus variantes; tildaba de comediantes a todos sus exponentes, incluso de negligentes por andar gimiendo tanto... haciendo de versos llanto y del sufrir su divisa; muriéndome de la risa sin saber que me esperaba... Frente a Charlotte me sentaba — Aja, mi computadora —, mi maquina encantadora que de todo me contaba. El fastidio me quemaba, el sueño me consumía — ¡Vaya susto vida mía! — cuando de pronto brincaste:

Era casi medianoche cuando tú te conectaste, pero varias horas antes con el tedio vespertino o quizá por cosas del destino decidía yo agregarte: ¡Fanática potteriana y con mi mismo apellido! Me sentí comprometido, temí que fueras mi hermana. Pero no... Tú una chica cumanesa y yo un chamo de Guayana — ¡ESTABAS CHÉVERE, DE PANA! — ¡Rápido me cautivaste! Hasta el sueño me quitaste y esa noche no dormí, tan sólo llegaba a mí, una imagen pequeñita de la exigua ventanita donde así te conocí: una pequeña muchacha de uno ochenta de estatura, de curvilínea figura y cachetes abundantes; de labios exuberantes como fresones divinos, cuyo brillo diamantino y presunta calidez incrementó la embriaguez provocada por tus ojos, vivarachos, sin enojo, preñados de sencillez. Dejé atrás la timidez y comencé a cortejarte, yo diría que enamorarte, poco a poco y despacito. Fue una locura, lo admito. Una locura sin par. No supe cómo parar el potro de mi ilusión, enlazarlo al botalón y dejarlo prisionero... Mí Luna, seré sincero: siempre me dejé llevar.

 Mi Luna, siempre MI Luna, con pronombre posesivo, porque por ningún motivo debías ser colectiva. No aceptaba lavativas: "Qué apenas nos conocemos", "Esos celos no son buenos", "Es que quiero estar soltera" o la que mata a cualquiera "Yo te veo como un amigo" ¡Caramba, mejor no sigo! Pa' no cogé una arreché... era tonto por celarte, por tratar de controlarte sin que fueras nada mío, lo admito 'taba partío. Prendado de tu hermosura, de tu voz, de tu dulzura, de tu personalidad, de tu infinita bondad y tu alma bochinchera...

Fue en tierras maracayeras, bien lo debes recordar, aún recuerdo el palpitar de este loco sin razón ¡Tan pendejo el corazón qué te amó sin conocerte! Ya sabes, físicamente... De forma convencional... Fue testigo El Terminal, de nuestro encuentro primero, concebido con esmero y planeado con pericia, prometiendo ser noticia en la prensa nacional pero todo salió mal: me recibiste distante, ningún grito apasionante y mucho menos abrazo, del tan ansiado latazo sólo quedaron las ganas ¡Me tocaron las manzanas! Un besito en la mejilla, adiós labios de patilla, adiós flor de mejorana

"Mi Amiga, NUNCA MI HERMANA" ésta fue la condición, condición sine qua non para seguir compartiendo. Seguro te estás riendo de mi sentida misiva, alocada y reflexiva que ha buscado sacudirte, agitarte y divertirte, con un poquito humor. Aquí te entrego mi amor, con un dejo de impaciencia. ¡Muchacha, entra en consciencia! ¡Conmigo estarás mejor!

P.D.: Me dejaste y te dejé. Gracias a Dios que plasmé, en mi anticuada libreta, las penurias de poeta que contigo me gané.

Daniel 

En esRadio

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso
    • Alta Rentabilidad