Por desgracia, el amor siempre me ha reportado sufrimiento y yo, románticamente, quería creer que para amar había que sufrir y, si no, no era amor verdadero.
He amado hasta el infinito, he sufrido en la misma dimensión y las lágrimas me han acompañado en todo momento.
Creía que, en la lucha por el amor valía cualquier esfuerzo, en la búsqueda del otro yo terminaría encontrándome y abrigar con el sentimiento sincero y el calor del corazón proporcionaban dicha eterna. Sin embargo, después de probar y probar una y otra vez, ya estoy agotada, sin fuerzas ni ganas, vagando sin rumbo y con el frío de la soledad en las entrañas. Miro atrás y pienso, ¡qué decepción, qué desconsuelo!
Pero ese mismo cansancio, ese agotamiento me ha obligado a guardar reposo y, después de un largo tiempo, empiezo a creer que no estaba tan equivocada, sólo erré el destinatario. Quizá todo lo anterior sea cierto y merezca la pena luchar por amor, pero hacia mí misma. Quizá debí darme más cariño y arroparme en los momentos de soledad, perdonarme los errores y aceptarme tal cual, como siempre he hecho con los demás.
Quiero llorar pero no puedo, y eso no sé si es malo o es bueno. Si indica que está muerta la esperanza o empiezo a vivir de nuevo.
Así, voy a darme la última oportunidad de buscar mi felicidad y esta vez la tengo que aprovechar, sólo tengo que esforzarme más en mirar hacia dentro.
Estrella