Solo te pido, cielo mío, que hagas un viaje fugaz hasta mi almohada; deja en ella tu aroma, susúrrame al oído: "te quiero mamá". Besa mi mejilla, deja tu carta en mi mesilla y sigue volando con tu alas blancas por esos caminos de Dios.
Mi querida mamá, no llores más, vuelve a escuchar latir tu corazón, él late por mí, mi recuerdo te dará la vida y yo seguiré viviendo a través de tus recuerdos. No intentes olvidarlos porque te duelen, no gires la cabeza para ver mis fotos porque se te desgarra el alma; no dejes de hacer aquello con lo que disfrutábamos, porque se te va la vida; no dejes de hablar de mí, porque te ahogas.... No hagas nada de eso mamá, eso es lo que me quitaría la vida, déjame vivir en ti y contigo; como siempre tú y yo, uno solo.
Mamá: tus abrazos no quedan en el aire, yo siempre los recibo, tus besos los recojo todos en mis mejillas, y tu dolor y tu sufrimiento mamá, esos los guardaré en un pequeño cofre, y abriré otro que irradie tu vida y la llene de luz y alegría. Mamá, no dejes que caigamos, levantémonos y sigamos caminando juntos.
Mamá: lee atentamente mi carta y nunca olvides lo mucho que te quiero. Siente el beso que cada mañana te doy, escúchame cada noche cuando te digo "dulces sueños mama", y oye a tu corazón cuando caes, que te dice "mamá toma mi mano y levantate".
Mamá, no dejes que me vaya, déjame estar a tu lado como siempre. Y recuerda: el tiempo no existe, mañana volveremos a vernos.
Te quiero hasta el infinito, mamá.