Hoy vuelvo a escribirte como hiciera hace más de 20 años porque sigo enamorado.
Te recuerdo de niña, que, por llamarte Heidi, eras "clavaíta", con esos mofletes rojísimos y graciosísimos; me tirabas piedras, ¡qué carácter! Con los años, esos mofletes perdieron color, pero tu genio perdura.
Y por eso te amo.
Recuerdo cuando te pedí salir conmigo. Estuve torpe, patoso. Me dijiste que no. Supuse que esperabas un cortejo "como Dios manda" y me puse a la tarea. ¡Qué exigente!, y hoy en día aún más.
Y por eso te amo.
Recuerdo nuestro primer beso. Fuiste la primera y, hasta ahora, la única. Fue un momento hermoso, muy hermoso; y dulce, muy dulce. Y ese momento vuelve cada vez que nos besamos.
Y también por eso te amo.
Recuerdo el día de nuestra boda. Nunca antes estuviste mas hermosa -si después-; ni con una mirada mas limpia y sincera -si después-; ni con una sonrisa mas cálida -si después-; ni con un vestido mas bonito. Tenías ilusión y me contagiabas, y sigues viviendo ilusionada.
Y por eso te amo.
Y recuerdo nuestra luna de miel en Italia, destino que tú elegiste porque gustas de la belleza, del arte y la elegancia; admiras el buen gusto y eres tan romántica que, en Venecia, lloraste cuando el gondolero dijo: Davanti a voiil Ponte deisospiri, y sí, suspiré por mi dulce condena.
Y claro, cómo no, por eso te amo.
Vinieron y vendrán más momentos y hubo y habrá más motivos.
Por eso, te amo, Pili... Y seguiré amándote.
José
PD: Espero que no sigas pensado que soy un trozo de carne que ni siente ni padece.