Y fugarnos adonde nadie nos encuentre. A nuestra edad... tus hijos y los míos no lo comprenderían, sin embargo ellos viven su vida sin preocuparse de nuestra soledad, sin saber de la existencia del amor imposible que nos une.
Ayer te escribí en un nuevo intento de que comprendieras mi situación y pidiéndote que me olvides para no prolongar una espera inutil, creía poder conseguirlo y sin embargo aquí está de nuevo tu respuesta con un te quiero que me parte el alma.
Fugarnos adonde nadie nos encuentre... hacernos mutuamente felices en los años que nos quede de vida, recrearnos en aquellos momentos cuando nos conocimos y que sin querer hablar nos decíamos todo con canciones a través del chat. Canciones que parecían haber sido escritas para nosotros.
Ya cumplí los 60 años que fue el tope que te pedí para esperar hace ahora cuatro años. Cuatro años de sueños, de felicidad en secreto, pero no puede ser mi amor, hemos de ser firmes y no seguir en contacto, quedarnos con nuestros sueños y las felices horas que pasamos.
¿Recuerdas lo ridículos que nos sentíamos al principio? Dos abuelos enamorándose a través de un chat mientras dábamos consejos a nuestros hijos para que tuvieran cuidado en internet. Nuestras dudas de estar siendo engañados el uno por el otro, lo imposible que parecía un milagro así y sin embargo cuando nuestras miradas se cruzaron por primera vez el mundo desapareció alrededor, sólo nos mirábamos sin decir una palabra, nuestras mentes tenían vida propia y nos decíamos todo hasta que llegó ese beso tierno que cambió mi existencia.
Nunca habrá una historia como la nuestra y el poder de nuestro amor alimentará nuestra existencia en soledad.
Te quiero, amor. Adiós, amor.
Lucía