Al llegar del colegio allí estabas tú, sonriente preparabas la merienda y nos escuchabas. ¡Cuánto hemos hablado". Tu tiempo era para nosotros, tu vida era la nuestra.
El pequeño mundo en el que vivíamos se reducía a tus cuidados, tu presencia. Esa actitud de mujer valiente y luchadora. Emprendedora, cuando en un gesto que denotaba tu carácter, y en un tiempo difícil, sacaste el permiso de conducir embarazada de tu hija pequeña.
Y ese último nacimiento que tú esperabas con tanta alegría te hizo sentir por vez primera la fragilidad de la vida. Casi tocaste el cielo con las manos pero volviste a nosotros porque aún había mucho por hacer.
Y en cada dificultad, en cada triunfo, tú has estado a nuestro lado. Tu mayor deseo ha sido siempre convertirnos en buenas personas, has defendido la integridad personal por encima de los éxitos materiales y el resultado está siendo maravilloso.
Quererte es lo mejor que nos ha pasado. Nos has enseñado a amar la vida incondicionalmente, a levantarnos contentos cada mañana, a mirar el sol y agradecer que seamos dueños de un día más para vivirlo con intensidad. Ahora tú tienes un reto personal, una prueba de fuego, pero nosotros seguimos contigo, a tu lado, porque existe un amor que lleva el peso de los siglos, un
cariño cálido y dulce tan eterno como la propia vida. Yolanda la Castellana, como te gusta llamarte, mamá, seguimos siendo tus pequeños hijos, arropados por el afecto absoluto de madre increíble que has sido siempre para nosotros. Es una bendición cuidarte y permanecer a tu lado, con tu ejemplo de tenacidad y ánimo. Porque eres una hermosa luz y el gran AMOR
de nuestras vidas, por eso te adoramos."