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carta de amor

Silencio de amor

¡Hola silencio! Quiero enviarte esta carta. Tengo que hacerlo. 

Carta de amor: "Silencio de amor"

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He sentido ese deseo, como cuando de repente y sin saber porqué, tu recuerdo te lanza a una búsqueda afanada para encontrar aquella flor que se metió en un libro siendo niña, sabiendo que al reencontrarla la verás distinta. La contemplarás extasiada viendo su transformación en escultura transparente y perfecta que forjaron los años. La miras y no puedes hablar. Tienes la sensación que si llegas a tocarla se romperá. Respetas su sitio. Es un capítulo más del libro. Pasas las hojas con sumo cuidado, primorosamente. Sabes que si no la tocas seguirá ahí.

Mi memoria se acelera y se apacigua. Es como esa concha que deja el mar en la playa acariciándola calmada y bravamente, sin llevársela nunca. Cuando la miras te habla con nostalgia, en su lánguido silencio de fósil, de un fondo azul lleno de vida y colores, donde el silencio era un sonido maravilloso. Solo las olas al jugar con ella la mantienen fresca y luminosa. Le acercan a las viviencias de otros tiempos.

Abro mi libro de silencios que tengo impreso en mi memoria para ti. Veo sus líneas y me siento como ese árbol que vence complaciente sus ramas ante el silencioso y potente viento. Así me siento cuando recuerdo el día que le abrí la puerta de casa y nos vimos, como si fuera la primera vez. No nos dijimos nada. Su mirada enredada con la mía, iniciaban un nuevo juego. No teníamos que hablar.

Te dejé paso, silencio, cuando él me dijo "¿quieres ser mi novia?". No quería romper con mi ¡SI!, ese momento tan íntimo y tan deseado. También callé unos instantes ante el Altar saboreando esa de felicidad. Solo pude callar y abrazarlo cuando me cogió en brazos para traspasar esa puerta que haría de una niña, una mujer. Quise gozar esos momentos maravillosos, callando.

Fueron nuestras miradas las que hablaron silenciosas y expectantes en esas dos ocasiones, viendo a nuestros hijos recién nacidos. Sonreíamos y callábamos. Nuestro amor había creado nuevas vidas.

Nuestras manos cogidas fuertemente no necesitaban palabras ante el orgullo de padres viendo crecer y evolucionar a nuestros hijos a lo largo de sus vidas.

Era nuestro deseo vivir unidos y mientras vivimos los dos, lo conseguimos. Mi memoria se rebobina una y otra vez, como esa película que ves veces y veces y no pierde su encanto. Cada vez encuentras algo nuevo en ella.

Abro y leo de nuevo silenciosamente mi libro, sin saltarme ninguna línea, página a página, llegando a ese momentáneo final desgarrador, pero lleno de amor. Mis recuerdos se enredan en la silueta de una flor disecada en un libro y una concha bañada por el mar. Solamente por eso te debía esta carta. ¡Que hermoso eres silencio cuando te alías con el amor!

CONCHA BRICEÑO

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