...pero entonces, aparezco yo, en tu mente, como un sueño, y en tinieblas te acaricio, te digo cosas muy tiernas... Te cuento todo lo que he hecho, tú te ríes, me contestas y cuando ya casi duermes, me meto dentro de ti, en silencio me desnudo, no te quiero despertar, no hago ningún ruido...
Allí junto a ti me acuesto y tú me abrazas en sueños, yo como muñeca en brazos del niño me dejo manejar, y por las mañanas, antes de que la luz del alba te despierte, yo ya me he vestido, he salido fuera de tí y en silencio, de puntillas, he llegado hasta mi tibia habitación, de paredes claras, de luz misteriosa, de enigmas, de malvas...
Tú levantas la mirada y no te acuerdas de nada, te levantas como siempre pero hoy con la sonrisa en la cara. Durante el día todas las horas se te hacen eternas, por la noche deseas irte a dormir, no tienes sueño pero algo te llama y te dice que vayas, sabes que algo bueno te espera. Sin saberlo oyes mi voz que una y otra vez te nombra desde la distancia sin cesar, desea estar junto a ti.
Pronto, nuevamente tus párpados cerrados harán que yo me sumerja por tu mente, así al igual que tú, los dos nos veremos todos los días, por las noches, hasta que la luz de la mañana nos separe, pero sé que pronto nos volveremos a encontrar, somos líneas que poco a poco se fundirán en una sola para hacer más fuerte su camino, gotas de agua, iguales... pero sé que tú me quieres, lo presiento, y lo mío... ya es sabido, no te olvido, yo te quiero.
Begoña Llago