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De aquí para allá: Combarro

Encarna Jiménez y Víctor de la Serna hablan de esta localidad gallega que está muy cerca de Pontevedra.

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En la ría de Pontevedra se encuentra la bonita parroquia de Combarro, con 1500 habitantes. Pertenece al municipio de Poio y se encuentra a 7 km. de la capital de la provincia y de las Rias Baixas.

Esta población marinera parece excavada en la roca, tiene puertas y ventadas pintadas con los colores de los barcos y muy bonitos hórreos y cruceiros. En frente se encuentra la isla de Tambo y en Poio un monasterio curioso. Sin embargo, es un buen momento para visitar Pontevedra, una de las ciudades más bonitas de Galicia.

Pontevedra (Pontus veterem) era el lugar de paso sobre el río Lérez que desemboca en la ría. Obtuvo Carta puebla en el S.XII y en la Baja Edad Media y el S. XVI tiene un gran desarrollo. De hecho aquí se construyó la nao Santa María.

En el S. XIX volvió a repuntar y su importancia como puerto fue decayendo a la medida que adquiría importancia Vigo.

Pontevedra conserva uno de los núcleos urbanos más importantes de Galicia en patrimonio monumental. Se han conservado numerosas iglesias y conventos, tiene un trazado muy atractivo que se articula en torno a plazas y numerosas casas blasonadas.

Entre los edificios religiosos que se construyeron desde el S.XIV al XVIII podemos destacar:

La Basílica de Santa María, con una portada plateresca de gran empaque; la Iglesia de la Peregrina, muy original, circular, que alberga a la patrona de Pontevedra; las iglesias conventuales de S. Francisco y Santa Clara.

Las plazas son uno de los grandes atractivos de la ciudad, junto con sus calles con soportales. Podemos visitar:

La plaza de la Herrería, o central, con su zona ajardinada; la plaza de las Cinco Calles, donde vivió Valle Inclán, con su crucero del XVIII; la plaza de Teucro o del Pan, y la Plaza de la Leña, una de las más visitadas ya que en ella se ubican los dos pazos que albergan el Museo Provincial de Pontevedra, uno de los mejores en su género por sus actividades y colecciones.

¿Dónde comer?

O Bocoi. Lo mejor es la vista: está colgado de la ría. Pero también está muy bien su cocina gallega clásica y sin sorpresas. Zamburiñas al ajillo, vieiras a la gallega, fideos con almejas, y arroces marineros que gozan de gran popularidad. El de pulpo, entre seco y meloso, tiene mucho sabor y es innegablemente gallego, no levantino. Ricas y tradicionales filloas rellenas de crema pastelera para terminar. Eso sí: quita credibilidad a muchos restaurantes marineros gallegos, y éste es uno, que ofrecen gambas y langostinos, ya que llegan de otros mares a muchos cientos de kilómetros de distancia. Lo que uno busca aquí es lo local.

Solla (en San Salvador de Poio, a 3 kms.) Una de las grandes casas tradicionales de las Rías Baixas, con más de medio siglo de historia y con una clientela local fiel que viene ante todo a devorar sus extraordinarios mariscos con el más sencillo de los aprestos: bogavantes, langostas, centollas y unas cigalas descomunales. Pepe Solla, hijo de los fundadores, ha añadido su vocación de cocinero moderno con platos tan sofisticados como su cigala con garbanzo fresco, pies de vaca y caldo de verduras, o su bacalao con sus callos, lengua estofada y aceitunas de Kalamata.

Pepe Vieira (en Raxó, a 4 kms.). Pepe Vieira, es decir, Xosé Cannas, es quizá el cocinero que más finamente ha sabido unir las tradiciones y los productos gallegos a la cocina moderna. Una comida aquí siempre es una fiesta para quien tenga sensibilidad, por su delicadeza y su sutileza. Hay que probar su 'foie-gras' de rape –es decir, el hígado del rape tratado como un gran hígado graso de oca francés-, caramelizado, con un caldo corto de pimiento asado, ruqueta y rábanos, o su besugo asado con patata en adobillo de pimentón y vinagres dulces y un caldo de pimiento asado al carbón. Para terminar en plan grandioso, una torrija embebida en aguardiente de hierbas con mousse de plátano a la vainilla. Y no hay mejor sumiller en Galicia que se hermano Xoán, que propone los vinos mejorcitos de la región.

Beber

A un tiro de piedra del valle del Salnés, que es una de las zonas más nobles de producción de albariño, con grandes productores además, hay que probar, por ejemplo, un Soverribas 2013 de Alberto Nanclares, un Cíes 2013 de Rodrigo Méndez o un Albariño de Fefiñanes III Año 2012. Como verán, albariños con unos añitos, no de ésos de la última cosecha que nunca llegan a desarrollar la complejidad de los más grandes.

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