Cuenta la Historia que en 1704, España se hallaba desgarrada por una terrible guerra civil. El final de la dinastía de los Austrias había abierto un proceso sucesorio que tenía que haber concluido con la coronación de Felipe de Borbón como rey de España. Sin embargo, Holanda, el imperio e Inglaterra apoyaron la candidatura alternativa del archiduque Carlos de Austria y desencadenaron el conflicto.
El 4 de agosto del citado año, la ciudad, castillo y fortaleza de Gibraltar fueron objeto de un ataque llevado a cabo por una fuerza combinada anglo-holandesa. Gibraltar, como la casi totalidad de España, había ya prestado obediencia a Felipe V de Borbón y, de manera lógica, decidió resistir la agresión, pero, dada la superioridad del enemigo, finalmente, vecinos y guarnición terminaron por rendirse.
La acción, en teoría, no debía haber tenido mayor trascendencia en la medida en que, como ya queda dicho, ingleses y holandeses eran aliados de un aspirante al trono español. Lamentablemente, el almirante inglés Rooke decidió pasar por alto este hecho y tomó posesión de la plaza no en nombre del archiduque Carlos sino de la reina Ana. Comenzaba así una ocupación colonial que persiste hasta el día de hoy.
En las últimas horas, hemos tenido noticias sobre un nuevo abuso relacionado con Gibraltar. Sin intención de agotar el tema, los hechos son los siguientes:
1. Por el Tratado de Utrecht de 1713, España cedió a la Corona británica la ciudad y el castillo de Gibraltar, junto con su puerto, defensas y fortalezas, pero no así el istmo (ocupado ilegalmente en la actualidad) ni las aguas territoriales o mucho menos el espacio aéreo.
2. Así, en el artículo X del citado tratado se estipula que la cesión se limita a "la ciudad y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen". Pero se especifica que la cesión se hace "sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra".
3. A pesar de todo, al acto de piratería que permitió a los ingleses tomar Gibraltar se sumó con el tiempo una larga cadena de abusos ingleses.
4. Por ejemplo, en las negociaciones preliminares al Tratado de Madrid de 13 de junio de 1721 se planteó como condición previa la devolución de Gibraltar a España. El ministro inglés en Madrid, William Stanhope, y el secretario de estado español, marqués de Grimaldi, se comprometieron así a que el tratado no sería ratificado mientras Jorge I de Inglaterra no comunicara la restitución de Gibraltar. El 1 de junio, Jorge I envió una carta aceptando el compromiso, pero una vez que España ratificó el tratado, el monarca inglés faltó vergonzosamente a su palabra.
5. No sorprende, por lo tanto, que la edición de 1879 de la Encyclopedia Britannica, volumen 10, página 586, señalara lo taimado del comportamiento inglés atribuyendo el acto de piratería de Rooke a su propia responsabilidad y añadiendo que, desde luego, había ido en contra del honor de Inglaterra el que hubiera sancionado y ratificado una ocupación desprovista de principios como aquella.
6. En 1862, el inglés John Bright afirmó que "el Peñón de Gibraltar fue tomado y retenido por Inglaterra cuando no estábamos en guerra con España y su apropiación fue contraria a todas las leyes de la moral y del honor".
7. En 1966, Arnold J. Toynbee indicaba la injusticia de la ocupación británica de Gibraltar preguntándose: "¿Le agradaría al pueblo británico ver una fortaleza rusa o china en Land´s End o en las islas del Canal?".
8. Con todo, lo más importante desde una perspectiva jurídica es que el Comité de la ONU encargado del examen de cuestiones relacionadas con el proceso de descolonización proclamó solemnemente en su resolución de 16 de octubre de 1964 que "las disposiciones de la Declaración sobre la concesión de independencia a los países y a los pueblos coloniales se aplican íntegramente al territorio de Gibraltar".
9. El 16 de diciembre del año siguiente el plenario de la XX Asamblea general de la ONU aprobaba un proyecto de resolución sobre Gibraltar en el que volvía a insistir en el carácter colonial de este enclave. Ante el derecho internacional, Gibraltar es una colonia que debe ser reintegrada a España.
10. Hace unas horas, en el curso de un mensaje televisado, Peter Caruana ha señalado que "si el señor Moratinos está convencido de que según la ley internacional las aguas que rodean a Gibraltar no son británicas, entonces no tiene nada que perder y todo que ganar" elevando este asunto a la Corte Internacional de Justicia.
11. La declaración de Caruana en la televisión gibraltareña tenía como objetivo denunciar el intento que, dijo, percibe desde mayo pasado por parte de la Guardia Civil española de ejercer competencias en aguas que Londres y Gibraltar reclaman como propias.
12. La realidad, sin embargo, es que se trata de aguas españolas donde las patrullas de la guardia civil han sido acosadas en el ejercicio de sus funciones.
13. Caruana señaló además que había solicitado a Reino Unido que adoptara "acciones efectivas para defender la soberanía de su majestad sobre las aguas territoriales de Gibraltar", petición que incluye, según ha explicado, "el despliegue sistemático y la intervención de la Armada Británica en apoyo de la policía de Gibraltar mientras desempeña sus funciones" y
14. El gobierno de ZP no ha dado respuesta alguna a las intolerables e ilegales pretensiones de Caruana.
La existencia de una colonia como Gibraltar en el territorio de la UE constituye no sólo un anacronismo sino un verdadero disparate. En puridad, la única salida honrosa sería devolver el territorio ocupado por Gran Bretaña a España y así lo han entendido durante siglos todos los políticos españoles republicanos o monárquicos, conservadores o liberales, de izquierdas o de derechas. Esa unanimidad se ha roto históricamente con la bochornosa política exterior impulsada por ZP y Moratinos. En los últimos tiempos, a la indignidad de no protestar frente a una cadena continua de abusos, se ha sumado la capitulación y el silencio frente a los ataques de los que es objeto la Guardia Civil por las autoridades británicas cuando se limita a cumplir con su deber.
Si ZP, Moratinos y Rubalcaba tuvieran dignidad, decencia o decoro aceptarían el guante arrojado por Caruana y acudirían no sólo al Tribunal internacional de la Haya sino también a la UE y a la ONU para exigir el cumplimiento de la legalidad y el final de una situación colonial. Pero ninguno de los tres ha dado muestra en los últimos años de una sola de esas tres virtudes. Por el contrario, su política lo mismo ante el teócrata de Rabat que ante el gorila de Caracas o el protector de monos de la Roca se reduce a capitular en todo, renunciar a defender lo propio, convertirse en el hazmerreír del mundo civilizado y, si se tercia, posar para la foto. Con esa política, no debería extrañarnos si la colonia de Gibraltar – a diferencia de la de Hong Kong – continua en manos británicas otros cuatro siglos... por lo menos.