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Parrilla y Rivera cuentan su sobrecogedor calvario en Sin Complejos

Este sábado, los policías Antonio Parrilla y Celestino Rivera, detenidos en 2006 por tomar café con un periodista de El Mundo, han estado en los micrófonos de Sin Complejos en esRadio comentando el calvario que sufrieron. Ambos han sido exculpados. Han denunciado a Del Olmo por prevaricación.

Los policías Antonio Parrilla y Celestino Rivera han estado este sábado en los estudios de esRadio, en el programa Sin Complejos, que dirige y presenta Luis del Pino. Durante algo más de media hora, ambos funcionarios policiales han relatado cómo fue su detención y encarcelamiento en 2006 acusados falsamente por un supuesto delito de revelación de secretos oficiales.

Ambos fueron absueltos por la Audiencia Provincial de Madrid en una sentencia en la que se arremetía con dureza contra la instrucción realizada por el Juez del Olmo y contra la investigación de la Unidad de Asuntos Internos, en aquellas fechas, dirigida por la comisaria Ana Arias. La decisión de estos magistrados se basó en la desproporción y escasa justificación de la decisión de Del Olmo.

Los hechos ocurrieron en diciembre de 2006 antes de comenzar el juicio del 11-M (febrero 2007). El 1 de diciembre, Antonio Parrilla, uno de los encargados de investigar los explosivos de Mina Conchita en su supuesta relación con los atentados del 11-M, recibe una llamada de su jefe en la que le informa de que Asuntos Internos quería hablar con él. "Entonces me dijeron que me detenían por revelación de secretos oficiales". Lo mismo le sucedía al funcionario Celestino Rivera. Ambos se acogieron a "Habeas Corpus" porque "no nos considerábamos autores de ningún delito".

A partir de ese momento, Rivera y Parrilla comienzan un calvario sobrecogedor, tal y como han narrado en los micrófonos de esRadio. En primer lugar, tras ser detenidos ambos pidieron acogerse al "Habeas Corpus" al no considerarse autores de dicho delito. Asuntos Internos les atribuía un delito de revelación de secretos oficiales ligado a una investigación a cerca de una mafia de explosivos que se mantenía bajo secreto sumarial.

Un caso del que dio cuenta el diario El Mundo a través de su periodista Fernando Lázaro. El pecado  de Celestino Rivera fue tomarse un café con Fernando Lázaro. Una charla que era la base fundamental de la acusación principal. Antonio Parrilla ni siquiera había hablado con el periodista de El Mundo.

Desde ese momento, sufrieron traslados de comisarías y vulneración del derecho legal al Habeas Corpus y la comparecencia judicial urgente. Ambos policías fueron detenidos por "revelación de secretos" y "omisión del deber de perseguir el delito". Pero se les acusó también de "tenencia y tráfico de explosivos", así como de pertenencia a una red mafiosa, acusación que emplearon para registrar los domicilios de ambos policías. Les impusieron una fianza millonaria de 150.000 euros y les encarcelaron durante 10 días, entre otras cosas.

Además, según han denunciado en los micrófonos de esRadio, se les incluyó en una comunicación a los países del espacio Shengen como integrantes de una red de tráfico de explosivos y estupefacientes.

Todo, según defienden y avala una sentencia, sin haber cometido delito alguno. Preguntados sobre por qué se les detuvo y se les otorgó ese trato, sugirieron la intención de dar un escarmiento a todo aquel funcionario policial que osara hablar con algún periodista. Celestino Rivera añadió que otra de los objetivos bien podría haber sido el que Antonio Parrilla declarara en el Juicio del 11-M con los grilletes en las manos.

Por otro lado, contaron que durante la vista con el Juez del Olmo, cuando éste se disponía a tomarles declaración, el togado recibió una llamada al móvil, y salió para hablar. Cuando regresó "traía un folio escrito que se lo dio a la fiscal". Mientras volvía a colocar la grabadora, la fiscal leyó el folio que le había entregado del Olmo. "Como estaba justo a mi lado, yo también pude leer lo que decía", señala Parrilla. Y lo que el juez del Olmo le había pasado era "el alegato que luego leyó la fiscal".

Un relato sobrecogedor, el de estos dos policías, que merece la pena escuchar. Parrilla finalizó la entrevista con la lectura de un comunicado de agradecimiento firmado por ambos para mostrar su gratitud a todas y cada una de las personas que confiaron en su inocencia y les apoyaron en todo este tiempo.

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