
En "El mejor día de la semana" de hoy hablamos de la gratitud como una actitud que transforma la manera de vivir.
El poder de la gratitud
La gratitud aparece como una forma concreta de mirar la vida. No se centra en lo que falta, sino en reconocer lo que ya está. En este espacio, Candela Rojas Serradell pone voz a El poder de la gratitud, de Fran Mezcua. Un texto que invita a cambiar el foco y a entender cómo esa actitud influye directamente en nuestro bienestar cotidiano.
Según sus palabras, "las personas sabias no se ponen tristes por lo que les falta, se ponen alegres por lo que tienen". La idea es clara: cuando la atención se desplaza de la carencia al reconocimiento, cambia también la experiencia emocional. Hemos visto que agradecer no es un gesto ingenuo, sino una forma de ordenar la mirada y reducir el malestar innecesario.
Cuando el corazón pesa más que la mente
El texto subraya que la gratitud se vive más desde el corazón que desde el pensamiento. Candela recuerda una reflexión de Helen Keller: la vida le había dado tanto que no tenía tiempo para pensar en lo que le había quitado. Esa actitud, explica, evita que perdamos lo que tenemos por fijarnos solo en lo que no está.
La gratitud no depende de sentirse feliz. Funciona al revés. "No es la felicidad la que nos hace agradecer, es el agradecimiento el que nos hace felices", señala el texto. Agradecer transforma lo ordinario en extraordinario, el caos en orden y el miedo en amor.
La gratitud como actitud que transforma nuestra vida
La gratitud no es solo una emoción puntual. Es una forma de mirar la vida. En esta entrevista hemos tratado cómo la actitud agradecida influye en nuestro bienestar, en nuestras relaciones y en la manera en que afrontamos las dificultades cotidianas, incluso cuando el contexto no es favorable.
Javier Urra nos ha explicado que la gratitud empieza por reconocer lo que sostiene nuestra vida diaria. "Ser agradecido a la vida y a los demás es esencial", ha señalado, recordando a quienes nos cuidan, trabajan, acompañan y hacen posible lo cotidiano, desde las personas cercanas hasta los servicios invisibles que nos rodean.
La actitud ante lo vivido
Según sus palabras, la diferencia no está tanto en lo que ocurre como en cómo lo interpretamos. Ha puesto ejemplos claros: una vida puede vivirse desde la queja constante o desde el reconocimiento de lo compartido. "La botella se acaba porque la bebimos, porque la compartimos", ha dicho, subrayando que la memoria agradecida equilibra el paso del tiempo.
Hábitos emocionales que se consolidan
Urra ha advertido que el ser humano "no es lógico, es psicológico", y que muchas actitudes se convierten en hábitos difíciles de cambiar. La gratitud, igual que la queja o el victimismo, se aprende y se refuerza con la repetición diaria, condicionando cómo nos perciben las demás personas y cómo nos sentimos.
Si nos gusta vivir, merece la pena agradecer. Practicar la gratitud como hábito mejora la convivencia, refuerza la empatía y hace la vida más habitable para todos. El primer paso es sencillo: empezar hoy.
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