
Cuando se desecó la Laguna de Antela —esa impresionante masa de agua de 42 kilómetros cuadrados que latía en el pecho de la comarca de A Limia— quedaron al aire enormes bancos de arena que dieron lugar a una de las formas de vida adoptadas en adelante por los vecinos que no emigraron.
Las areneras, as areeiras, funcionaron como exportadoras de áridos durante décadas y la gran mayoría coincidían en terrenos del municipio de Sandiás. Con el tiempo, aquellos yacimientos quedaron explotados y abandonados, y hoy vuelven a estar colonizados por las especies y a dar cobijo a la vida natural que poblaba la laguna.
La mayor parte de la tierra ganada a la Laguna de Antela tras su desecación por el régimen franquista entre finales de los años cincuenta y los sesenta son extensos campos de cultivo de patata y cereal y están ocupados también por gran cantidad de granjas porcinas y avícolas.
En Sandiás, además de los cruceiros, hornos comunales o casas tradicionales y pajares construidos con pallabarro o adobe, permanecen en pie sobre la tierra varios miliarios romanos en Zadagós y Vilariño das Poldras.
Y aguardan una visita templos de tanta pureza arquitectónica como San Estevo de Sandiás, ejemplo del Renacimiento gallego (XVI) con una portada de estilo manuelino que evoca a las iglesias lusas de Santarem. Su retablo mayor está considerado entre los mejores del siglo XVII en Ourense: buena parte del trabajo le correspondió en 1603 a Francisco de Moure, uno de los más célebres escultores gallegos del momento. Por su parte, la iglesia de Santa María de Couso conserva elementos de su origen románico y de una fase posterior, del siglo XVII. Mientras que la ermita de San Bieito da Uceira (1766, con añadidos más tardíos) brinda una de las mejores vistas de la llamada Limia Alta y acoge dos veces al año (lunes de Pascua y segundo domingo de julio) una romería con mucha tradición en la comarca.
No obstante, el emblema arquitectónico de Sandiás es su torre medieval parcialmente derruida, que formaba parte de un rosario de edificaciones militares repartidas por la comarca para proteger el territorio de A Limia de las aspiraciones invasoras de Afonso Henriques de Portugal. La Torre de Sandiás (siglo XII) se llama también Torre do Castro. En 1386, lo que era toda una fortaleza, fue asaltada por el duque de Lancaster, después destruida por las tropas populares durante las Revueltas Irmandiñas y nuevamente reconstruida.
En arquitectura civil destaca además una nutrida colección de pazos levantados entre los siglos XVI y XVIII: el de O Penedo (Vilariño das Poldras), el de O Telleiro (Couso de Limia), el de O Espido (As Pegas) y las casonas de Santa Ana y O Fidalgo (Zadagós). Sandiás forma parte de una de las variantes que la Vía
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