Atravesado por los ríos Arenteiro, Mirela y Silvaboa, Piñor es un ayuntamiento cubierto en tres cuartas partes de su superficie por bosques de especies autóctonas, Este privilegiado paisaje arbolado ha marcado el rumbo de sus habitantes llevándolos por unos derroteros que otros no quisieron ni oír nombrar. La gran cantidad de madera de pino encaminó a los artesanos hacia el sector del mueble, pero lo que de veras triunfó fueron las fábricas de
ataúdes. Piñor pasa por ser la capital gallega del féretro, una industria que no agota la clientela pero que ha sufrido una importante transformación en los últimos tiempos a causa
de las importaciones. Antiguamente, este municipio ourensano también era rico en lino, que familias enteras trabajaban antes de ser tejido en las pozas de A Eirexe de Torcela, hoy un
bucólico enclave para las excursiones. Piñor ofrece un extenso patrimonio rural, con fuentes documentadas desde la Edad Media, como la de Mirela (ya citada en 1257); la que surte agua desde 1680 frente al Pazo de Vilariño y la más hermosa de todas, junto a la iglesia de Barrán, de 1801. También cuenta con petos de ánimas, limosneros labrados que son toda una expresión en piedra del culto a los muertos y la compasión por las almas atrapadas en
el purgatorio. Entre estos, destacan los de Carballeda, Cotelas y Loeda.
Además, en Piñor hay dos puentes de origen medieval: el de A Mirela, muy transformado, y el del Arenteiro en Carballeda, secular paso de peregrinos que ya daba servicio a los caminantes en el año 1244.
Y por supuesto, varios pazos (entre los que destacan los de Vilariño y Reda, ambos del siglo XVI, y el de Lousado, una imponente edificación modernista) y abundantes capillas e iglesias que dan cuenta de la devoción y la dispersión poblacional. Entre las capillas, la más reseñable es la de Cales, del s. XII; y entre las parroquias, la de Santa María do Desterro (en Loeda, siglo XVIII), San Xoan de Barrán (año 1226) y la iglesia vieja de San Paio de Loeda, construida en el XII pero muy modificada, que conserva una inscripción en un sillar en el que advierte: "Esta es iglesia de Refugio y Sagrado".
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