La decisión judicial de desalojar y tapiar una casona en el casco histórico de Santiago ha sido una orden contra la ocupación de un inmueble privado. Y este gesto, en la buena dirección de lo que debe hacer la justicia, no puede contribuir a calentar los ánimos en un asunto que, el mismo día que se cumplió con la orden judicial, se ha salido de quicio. Eso sí, con colaboración amiga. De los de la razón permanente, pero también de los de la demagogia eterna.
Ante los graves disturbios registrados y la posibilidad de su recrudecimiento -como así fue-, Martiño Noriega no ha sabido estar en su sitio, ni mucho menos a la altura de lo que representa -si sabe lo que representa, algo que dudo-. Para el alcalde, lo que él llama "altercados", estas "algaradas" se podían haber evitado mediante el diálogo y la intermediación, sobre todo cuando no hubo, según él, "conflictos de convivencia" por la actividad desarrollada en la ‘okupación’ en los últimos años.
Lo que viene a confirmar señor Noriega con estas palabras, para nada tergiversadas, es que el alcalde de Santiago está a favor de la ocupación de inmuebles privados. Así de claro.
Es de tal envergadura la ignorancia de don Martiño que, después de criticar todo lo habido y por haber e intentar justificarlo, nos recuerda que el gobierno que él preside ha mediado en otros conflictos relacionados con órdenes de desahucio "por la vía del diálogo". No se acaba de enterar, se ha explicado mal el alcalde compostelano o nos quiere tomar por imbéciles, porque no estamos ante un caso de desahucio, estamos ante el desalojo de un local del que se apropiaron unos okupas.
Él, como alcalde, debería velar por los intereses de todos los compostelanos, incluidos aquellos a los que les "roban" sus propiedades.
En estos asuntos es peligroso que Noriega siga en esa tibieza permanente y no mire igual a los que van contra la ley que a los que la defienden. Esto, señor Noriega, sin gorra y con la cabeza muy alta, se lo tendrá que explicar usted a sus conciudadanos. Al resto, poco nos importa; si acaso, algo de vergüenza ajena por ser usted el alcalde de la capital gallega.