Colabora

Ni bueno ni malo: trinque

El pensamiento único no es la gilipollez del sectarismo, que también, sino el fin de los que llegan para corromper la política en beneficio propio.

Somos la inmensa mayoría los que sentimos rechazo instintivo por quienes quieren imponer el pensamiento único. Algunos dicen que lo malo es que últimamente en la política hay políticos que van de "buenos" y "malos" entre los militantes de sus partidos y entre los ciudadanos en general que, a la postre, son los que votan. Pasa como en los interrogatorios de policías en algunas películas, casi todas de serie B. Pero si el malo es un agente de la ley tiene que intervenir eso que llaman asuntos internos. Y aunque parezca extraño, en las pesquisas de alguno de estos casos se destapa el pensamiento único, que nada que ver con cuestiones ideológicas.

Verán. Conozco un caso que viene como anillo al dedo. Recién legalizados los partidos (incluido el del Sábado Santo), uno de ellos celebró una asamblea de afiliados. Al finalizar se dio un caso curioso entre dos jóvenes militantes; jóvenes sí, pero afiliados años antes del 77. Pues bien. Como había que dejar la sala inmaculada, uno le pide ayuda al otro para retirar unas viejas sillas de tijera, que había prestado la cafetería de al lado. La contestación lo dice todo: "Mira, a partir de ahora yo aquí vengo a hacer política; del resto que se encarguen esos -dijo en tono despectivo señalando a un grupo de afiliados de trabajadores manuales; él no lo era, no se consideraba de esa clase-". Y así fue. Estuvo en varios puestos institucionales y dejó la primera línea política hace muy poco.

¿Hizo algo por el pueblo, no? ¿Hizo algo por su partido, tampoco? ¿Entonces qué hizo? Pues hizo lo que dijo aquella noche en el local de un partido que aun hoy dice representar a los trabajadores: mucho dinero, buen patrimonio y una legión de enchufados, que siguen ahí. Y anticorrupción, como antes y ahora, mirando para Cuenca.

Hechos como el contado arriba se dan a miles y son el verdadero pensamiento único. No el de la gilipollez del sectarismo, que también, sino el objetivo con el que algunos llegan a la política para corromperla en su beneficio, no solo en el monetario. Y en ese pensamiento no hay ni bueno ni malo, hay trinque.

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario