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El gallinero

Mientras Beiras anunciaba su adiós, que no sería extraño que tuviese que revocar para volver, la juez De Lara tiene que “esconder” a los testigos.

Sin lugar a dudas, este país se ha convertido en un gallinero administrado por zorros. La granja está alborotada. Las gallinas en paro no ponen huevos, se dedican al cotilleo propiciado hasta la saciedad por los medios. El cotilleo en estos momentos es el opio del pueblo. Porque después del cristo que han montado los de Anova, EU y los ilustres alcaldes de Coruña, Santiago y Ferrol con En Marea y Luis Villares, ya dudamos que los nuevos políticos no busquen algo más que hacer política. ¡Ya saben!

La reforma radical del gallinero, que se inició hace unos años, tendría que ser mucho mayor que la que se hizo. Porque, como recordarán, solo rascó en los bolsillos de los de siempre: los que cuando aparece la hambruna son los que sacan al país de donde otros lo metieron.

A pesar de todos los pesares, parece que algunas cosas van funcionando sin prisa pero sin pausa. La Justicia sigue imputando a políticos -no miren hacia Murcia, aquí también los tenemos- que ya recelan de la vigilancia policial. Anticorrupción sigue acorralando a los defraudadores; los fiscales siguen cortando el cabello y la barba a quienes nos quieren tomar el pelo; la prensa diaria sigue desmarañando el ovillo sin fin de operaciones como la Pokémon o Cóndor -de esta última trama ya ven: hasta hay que "esconder" a testigos-, y aunque algunos lancen una ofensiva contra la juez De Lara, doña Pilar la esquiva bien. Un colectivo de abogacía, Besteiro y su equipo vip, lo saben. Pero no fue la juez. Fueron los de arriba lo que enviaron un mensaje a algunos personajes implicados en asuntos pecaminosos que querían apartar a doña Pilar. A veces, y créanlo, hasta la Justicia es grande. Sí, y en este país.

El caso es que unos y otros siguen repitiendo que todo es falso. Utilizan el ventilador para dejar sin plumas a las aves del gallinero.

Hace una semana, Beiras anunciaba su adiós y una regeneración en su partido, Anova. Pero no sería extraño que el histórico dirigente esté pensando en iniciar el camino de vuelta; es decir, una nueva transición. Él mismo lo dijo: Anova está rota. Y lo dijo antes de la noche del pasado domingo. Como pueden comprobar, aún queda gallinero por arreglar.

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