Habla el portavoz socialista en O Hórreo que Ferraz quiere resolver los problemas del PSdeG. Pero en la sede socialista lo que más preocupa ahora es "arreglar" las dificultades que tiene el Partido Socialista, que no lo reconoce ni la madre que lo parió. Pero eso es lo de menos. Los grandes bufones siguen erre que erre recorriendo toda la geografía española; no para arreglar, sino para desarreglar algo que va camino de romperse del todo.
Los candidatos a liderar el PSOE atraviesan las horas más bajas desde la última revuelta en el Partido Socialista que, a decir verdad, ni se sabe cuándo fue. Por Galicia aparecieron este fin de semana dos de los aspirantes a tomar Férraz: Pedro Sánchez y Patxi López. Ambos, aliados ayer y adversarios hoy. Los dos, por mucho que se oculte, están encajando ataques desde todos los flancos, desde el "fuego amigo" de sus aliados tradicionales que, según estos dos nuevos reinventores del socialismos, son los afiliados. Pero ese "fuego amigo" les llega desde dos adversarios que deberían tomar con preocupación: uno directo, de la baronesa del sur, con todos los exlíderes y barones con peso en el partido; el otro, como es lógico, de los habituales votantes del PSOE.
Sánchez y López, que iban en el mismo equipo perdedor y de aquel "no es no", no han entendido nada. Cosa habitual en ellos. Porque a menos que surja una sorpresa, los dos han cavado sus propias fosas en el partido. Es decir, políticamente saben que están acabados.
Ninguno de los dos es un genio para anticiparse a los tiempos, que ya están marcados. La crisis a la que han llevado al PSOE, porque de ella son tan responsables Sánchez como López, ha destapado la errática política de hacerle frente, e incluso menospreciar -en el más amplio sentido de la palabra-, al partido ganador para marcar esas estúpidas diferencias como un hooligans que, tras la cerveza caliente del sábado, ni piensa ni razona.
Sánchez y López están como locos por hacerse con el control del PSOE. Pero para ellos existe otra victoria importante: que no gobierne el PP. Lo mismo que hicieron en Coruña, Santiago y Ferrol, o en las diputaciones coruñesa y pontevedresa. El PSdeG no practicó el arte de la política, lo que hizo fue poner en práctica el odio político hacia otra formación política, rompiendo así el juego democrático.
Por eso, el futuro del PSOE depende de otra alternativa que sea capara de restaurar el liderazgo y enderezar el rumbo, no solo por el bien del Partido Socialista, sino también por el propio país. Es la única forma de cambiarlo todo y de que el PSOE salga de sus horas bajas.