Laureano Oubiña obtiene la libertad condicional
El histórico narcotraficante logra el tercer grado penitenciario y abandona el penal de Navalcarnero, en Madrid. Tendrá que dormir en la cárcel.
El histórico narcotraficante cambadés Laureano Oubiña saldrá de la cárcel en las próximas horas. Ha obtenido el tercer grado y abandonará la prisión de Navalcarnero, en Madrid, donde está cumpliendo una condena de 4 años y 6 meses por blanqueo de dinero. El tercer grado le permitirá abandonar el recinto penitenciario durante el día pero estará obligado a regresar por la noche para dormir en él.
Esta nueva medida tardará un breve periodo de tiempo en hacerse efectiva, ya que todavía está pendiente la tarea de revisar los expedientes correspondientes. Asimismo, el juez del caso ha solicitado que se conceda a Oubiña la libertad condicional.
La condena en la que está a punto de obtener el tercer grado es la última de otras cinco que le han enviado a la cárcel. La mayoría de sus causas han sido por tráfico de hachís. En total lleva más de dos décadas en prisión.
La medida responde a una petición de la Fiscalía, argumentando razones de edad. Oubiña, que va a cumplir 71 años en marzo, se beneficia de la norma que permite solicitar el tercer grado una vez que se superan los 70. Así, esta circunstancia le ha permitido solicitar la condicional a pesar de que no ha cumplido tres cuartas partes de esta última condena.
Intervención televisiva
Laureano Oubiña Piñeiro eligió el programa de Ana Rosa Quintana el pasado enero para pedir "perdón" por los errores cometidos en su vida por traficar con hachís y tabaco, actividades de las que se siente arrepentido y asegura que de volver a nacer no volvería a ello. En la entrevista aprovechó la oportunidad para cuestionar la decisión de prorrogar su estancia en prisión "solo" porque "me llamo Laureano Oubiña Piñeiro" por lo que se siente discriminado frente a políticos y otros delincuentes que obtienen el tercer grado de forma inmediata al cumplir los dos tercios de la pena.
El cambadés pasó más de 21 años en prisión, casi un tercio de su vida, y que por ello ha perdido la ocasión de disfrutar incluso de su propia familia. "A mi último nieto lo vi cuando tenía cuatro, cinco o seis meses porque me lo trajeron una vez a prisión y ya no he vuelto a tener contacto con él cuando ya cumplió tres años", asegura.
Y es que es a la familia, a su actual pareja, al parecer de nacionalidad italiana, y a los médicos a quienes dedica ahora su "escaso tiempo libre" fuera de la cárcel de, cuando disfruta de alguno de los permisos penitenciarios que le corresponden. Añadió que ese nombre es el estigma por el que la Justicia ni siquiera tiene en consideración el hecho de que ha sufrido un tumor del que ha sido tratado y al que tiene que hacer un seguimiento periódico para vigilar que se reproduzca.
De ahí que apelase a su situación de salud en varios momentos de la entrevista e incluso haya hecho alusión al tópico de "los días que me resten por vivir" fuera de prisión "serán fuera de España". Eso sí subrayó que si tuviera oportunidad de vivir de nuevo "cambiaría muchas cosas de mi vida, incluso el tráfico de hachís", cargamento por el que fue condenado en la operación Nécora.
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