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Al son de la patata

Regidores y ediles tienen que coger la escopeta y apostarse en los aledaños de las plantaciones para que no se escape ni una sola guatemalteca.

Recuerdo que hace mucho años leía un reportaje que se titulaba ‘La sinfonía de la patata’. Pasó el tiempo, los labregos pasaron del raño a las máquinas para convertirse en agricultores. Pero, a veces, es como volver a aquellos tiempos del arado y la vaca.

Verán. Estamos ante uno de esos problemas aparentemente menores, pero que en cualquier zona productora de patatas adquiere otra dimensión. Y es que, aunque con oscilaciones en su intensidad y localizado el foco, la polilla (responsable de las denominadas "patatas bichadas", que no bridadas) trae de cabeza a más de una treintena de municipios gallegos en la zona norte de Lugo y Coruña, y todo por culpa de una intrusa polilla guatemalteca que entró sin visado, que sepamos, de Medio Rural. Imagínense si la descarada polilla salta la valla virtual e inicia el andar hasta Xinzo o Coristanco.

La dichosa polilla, conocida técnicamente como Tecia solanivora, trae de cabeza a los agricultores, que tendrán que arrancar todas las plantaciones de patata en los municipios afectados. Hasta ahora se desconoce al alcance de las pérdidas económicas que supondrá la retirada de este tubérculo de la comercialización.

Sin embargo, uno de los remedios más llamativos, al menos para los profanos en la materia, es la elaboración de un protocolo de control de la dichosa polilla, como es la venta de patatas "bichadas" en los mercados, evitar su propagación y la verificación in situ de las cosechas infectadas. Pues este control, hecho deprisa y corriendo, Medio Rural se lo endosa a los alcaldes de los municipios. Es decir, sin medios ni conocimientos, regidores y ediles tienen que coger la escopeta y apostarse en los aledaños de las plantaciones de patatas para que no se escape ni una sola guatemalteca.

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