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Travestismo político

El PSOE ha convertido unas siglas en meras marcas para seducir a incautos. Y no se ha enterado que hoy, por fortuna, quedan pocos de esa especie.

En vísperas del Comité Federal del PSOE de este fin de semana, en el que presentó su candidatura a las primarias Patxi López, el mismo que ha sido elegido con los votos del PP lehendakari y presidente del Congreso, cargos para los que demostró que no tiene categoría, estalló en Coruña lo que era esperado desde las municipales del mayo de 2015: la fractura del PSdeG. O si lo prefieren, la defunción del socialismo coruñés. Aunque este episodio no es exclusivo de María Pita: la falta de lealtad y de ética está sembrada por toda Galicia. Y es que el socialismo gallego, igual que el español, está aquejado de problemas de identidad, de representatividad y de liderazgo, con un futuro incierto. Por eso no se puede hablar de crisis del PSdeG.

Este PSOE vive en permanente crisis desde la instauración de la democracia. A decir verdad, desde su fundación, vivió ya muchas crisis. Fíjense, sino. Conviene recordar aquellos tristes años de nuestra historia, cuando a los que llamaban de la derecha tuvieron que esconder y sacar de apuros a Indalecio Prieto de las iras de los largocaballeristas que, con escopetas y demás lindezas, ya se pueden figurar lo que pretendían; episodio que, en menor medida, se repitió el "sábado negro" en Ferraz, de donde tuvo que salir escondido en el maletero de un vehículo el presidente extremeño, Fernández Vara. Ya ven. Pero a lo que íbamos.

El PSOE, a medida que tocaba poder, nunca supo el papel de responsabilidad que tenía que ejercer en la vida democrática del país. Y, además, parte de sus líderes confundían y confunden la socialdemocracia con otra cosa. Es la cruz de este partido desde su creación. No hace falta más que echar un vistazo a la historia.

Si se observa seriamente lo que está pasando en el PSOE, en todos los órdenes, llegaremos a la conclusión que la desazón general por el personalismo y la pelea por estar en las instituciones ha sido el sustituto de su discurso. Los nuevos dirigentes han traicionado su ideario por un travestismo político.

Un travestismo envuelto en unas siglas históricas convertidas en una mera marca para seducir a incautos. Y no se han enterado que hoy, por fortuna, quedan pocos de esa especie. Salvo, por desgracias, los que eligen a los dirigentes de este PSOE, lleno de travestidos y señoritos. Lo que oyen.

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