Días de tensión los que vivimos desde aquel histórico 20-D en que los ciudadanos, con su voto, han dibujado un nuevo mapa político en el país. Y, con él, también rediseñaron el del resto de los otros 17 "estados asociados". Créanlo, algunos así lo interpretan. Es como pasar de los debates antiguos a las nuevas soluciones.
No es para menos. Porque lo viejo es casposo. Y si no fíjense en lo que dice el señor Santalices. Cómo sino es posible que el reelegido presidente de la Cámara gallega considere que la vestimenta de sus señorías es más importantes que las leyes que se han de discutir y aprobar en la casa común de todos los gallegos para beneficio nuestro. O que la portavoz de En Marea acuda a La Zarzuela para reiterar su "no" a Rajoy porque es un presidente "austericidio". La señora Fernández, por si no lo sabíamos, recordó que En Marea participará activamente en la protesta Rodea el Congreso, prevista para el día de la investidura.
Porque, según su señoría, más allá de la legitimidad de la investidura está el valor de lo que piensa la ciudadanía. Y es que ya saben, es obligatorio que la ciudadanía siempre piensa lo que dice la señora Fernández y sus camaradas. Si no es así, seguro que es una conspiración que sale de las mismísimas cloacas del Estado. Como sale el hermano de alguna pulcra lideresa de la nueva política asesor en O Hórreo. Pero no dicen de qué.
Particularmente, no me importa la incertidumbre, lo que me preocupa es la certidumbre de que las cosas vayan mal, por culpa de unos y de otros. Incluidos los que han perdido la esencia de Suresnes. Vamos, el caso es deslegitimar. Así es la nueva política y sus dirigentes, los mismos que han vivido como señoritos y que jamás vieron de cerca el mundo del trabajo.