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Burocracia y maldición

El otro frente sobre la mala gestión del populismo es su incapacidad para liquidar los chiringuitos municipales, cada vez más fortalecidos.

La falta de agilidad de las administraciones y el exceso de organismos tienen un coste importante para los ciudadanos que en ocasiones se hace muy evidente. Y eso ocurrió cuando se conoció que los "ayuntamientos del cambio" se han quedado aparcados por la falta de diligencia para captar fondos europeos.

Las cifras perdidas son importantes para las tres ciudades gobernadas por las mareas y los podemitas, y más cuando esos fondos siempre llegan cargados de retrasos y que deberían haber paliado temas importantes en estas urbes, sangradas por el desempleo y de políticas activas para la captación empresarial.

Algo falla en María Pita, Raxoi y Plaza de Armas cuando no existe una diligencia en los gestores públicos que a los ojos de las ciudadanía se plantea como imprescindible para que las acciones de gobierno que se anunciaron a bombo y platillo se hagan realidad en unos tiempos y condiciones que sean, al menos, razonables. Pero ni por esas. Cada día la gestión es peor.

El otro frente sobre la mala gestión de los gobiernos populistas es su incapacidad para liquidar los chiringuitos municipales, cada vez más fortalecidos. Son potenciados de manera arbitraria que solo sirven para generar gasto estéril y que se solapan con otros necesarios. Y es que el exceso de burocracia sale muy caro, incluso aunque estos populistas se llamen alcaldes del cambio.

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