Seis de cada diez pensionistas gallegos cobran menos del salario mínimo interprofesional. De las casi 756.000 prestaciones contributivas que paga cada mes la Seguridad Social en la comunidad,más de 461.800 no llegan a los 655,2 euros en los que está fijado este año el SMI (en 14 pagas, las mismas que perciben los pensionistas).
Los datos estadísticos del instituto de previsión social muestran que el problema de sostenibilidad del actual modelo de cobertura no está tanto en la cuantía de las nóminas individuales, en los gastos, como en la insuficiencia de los ingresos. Y es que la base de cotizantes (y sus aportaciones) no crecen al ritmo necesario para atender los costes crecientes del sistema, en el que aumentan las altas (con pagas más elevadas fruto de carreras laborales más largas y con mejor retribución) y disminuyen las bajas por el incremento en la esperanza de vida.
Mientras políticos, agentes sociales y economistas se centran en ese debate macro, a los pensionistas les toca un reto micro, pero igual de complejo: estirar su paga para llegar a fin de mes sin complicaciones. La situación es mucho más compleja en Galicia, con un 61 % de las prestaciones por debajo del salario mínimo, que en el conjunto de España, donde las nóminas por debajo de los 655 euros no llegan al 40 %. Por no hablar de las comunidades más ricas, como el País Vasco, donde la ratio baja al 33 %.
Además de la brecha territorial, está la de género. Y, no es muy difícil de adivinar,las mujeres son las grandes perjudicadas. De cada tres pensiones que no llegan al SMI, dos las cobran ellas. En eso tiene mucho que ver que el 80 % de las pagas por viudedad, mayoritariamente femeninas, están por debajo de esa cuantía.
De los diferentes tipos de prestación, solo en el caso de las de incapacidad permanente hay menos de la mitad de perceptores por debajo del salario mínimo, aunque no por mucho (48 %). En el caso de las de jubilación, la proporción sube hasta frisar el 55 %. Y eso no es lo peor.
Porque solo uno de cada cuatro pensionistas gallegos (uno de cada cinco en el caso de los retirados) supera la barrera del mileurismo.
En el otro fiel de la balanza, el que integran los perceptores de la paga máxima (2.567,28 euros al mes este año), solo hay en Galicia 13.814 personas, apenas un 1,8 % del total de pensionistas. En el conjunto de España la proporción es un punto superior a la de Galicia.
Con estos datos en la mano, es fácil entender que un 45 % de los jubilados españoles digan tener dificultades para llegar a fin de mes, como recoge un estudio de La Caixa y la Fundación Edad&Vida publicado ayer. Un informe en el que queda patente la dependencia que tienen los mayores de su pensión, que es la única fuente de ingresos para siete de cada diez. Por eso, si la cuantía de esta es baja, no hay plan B para afrontar una vejez que es cada vez más larga.
Entre los que sí tienen algún ingreso extra (el 30 % restante), la mayoría declaran productos financieros y planes de pensiones, seguidos a bastante distancia de las rentas por arrendamientos.
Si los jubilados consiguen llegar a fin de mes, y en algún caso incluso ayudar a la familia, es porque la mayoría (un 91 %) cuentan con casa en propiedad y ya pagada que les evita tener que pagar un alquiler. Y, pese a ir apretados, piensan en el futuro. La mayoría, un 72 %, gastan lo mínimo necesario, para dejarle todo su patrimonio a sus herederos, aunque el resto prefieren disfrutarlo en vida y dejarle a la familia la vivienda.