Los llamados cambios que quieren algunos son tan cavernícolas que si los dice una persona del común lo tachan de facha. Pero la nueva política es así. Basada solo ocurrencias de los que las defienden sin ningún tipo de oposición o contestación por las otras partes.
Aristóteles definió la política, hace ya más de dos milenios, como el arte de lo posible. Estaremos de acuerdo en que gestionar lo posible en el mundo de hoy es un arte cada vez más difícil. La aceleración de los cambios tecnológicos y culturales está desatando nuevas tensiones y unas redes sociales en las que se esconden desde frívolos hasta cobardes.
Las nuevas tecnologías han traído ambiciosas posibilidades, también han saturado las redes los llamados progresistas avezados en libertadas, pero una parte de estos curtidos "salvadores" se oculta detrás de ellas para atacar incluso a sus propios compañeros de partido o coalición.
Porque hacer política en libertad es hoy una labor de alta complejidad no apta para mediocres. Como el diputado de Podemos Galicia, que califica a En Marea de "patera asquerosa". Algo que hacía a través de las redes antes de subirse a esa "patera" que, a diferencia de los que mueren en ellas, a este sujeto le proporciona estabilidad y bienestar.
Todos estos progresistas proclaman ideas de compromiso y servicio a la gente -son el partido de la gente-. Pero ninguno ha dado todavía con la fórmula para empezar a materializarlas. Y a ninguno se le ha ocurrido renunciar al cargo que tienen en los ayuntamientos -tras el estrepitoso fracaso de su gestión- y dejar paso a otras personas capaces de construir y no destruir.
Acaso sea oportuno recordar aquí a Winston Churchill, cuando decía que la auténtica democracia exige también a veces doblegarse a las opiniones de los demás, aunque sea parcialmente.