El párroco de Santa Rita, Antonio Rodríguez, de 83 años, permanece hospitalizado en la unidad de reanimación del Hospital Álvaro Cunqueiro después de ser operado el domingo por la tarde para extraerle un coágulo de sangre en la cabeza. El cura recibió una paliza de dos o tres ladrones este sábado dentro de la iglesia pero, tras pasar por urgencias, volvió a dar misa el domingo al mediodía. Sin embargo, luego se sintió mal y fue trasladado al hospital, donde fue intervenido quirúrgicamente. Su sustituto, Santiago Pérez, ha indicado que don Antonio permanece estable y se está recuperando en el hospital.
Según una feligresa, los atracadores se "ensañaron" con el sacerdote porque lo tiraron al suelo y le dieron patadas en la boca y la cabeza. El veterano religioso ya arrastraba delicados problemas de salud coronaria anteriormente y hace un año recibió un puñetazo de un individuo que le pidió dinero. "Esto le pasa por ser tan bueno", lamentó una vecina.
Los testigos aseguran que, el día de la agresión, uno de los sospechosos le pidió momentos antes que le tomase confesión y, tras hacerlo, le exigió su reloj, a lo que el párroco se negó. Otro individuo le agarró por detrás y fue cuando le dieron una paliza. Se llevaron las gafas graduadas de la víctima, su reloj, la cartera, objetos de valor de la iglesia, que metieron en un saco, así como un dinero que el cura había reservado "para comprar leche a los pobres", según cuenta una feligresa.
Los asistentes a misa durante el fin de semana refieren que el viernes vinieron a misa tres desconocidos, dos hombres de color y uno blanco, y uno de ellos entró en la sacristía y habló en el despacho con el sacerdote. Un día después, los mismos asaltantes habrían perpetrado el robo con violencia. La Policía nacional y la local investigan estos hechos y los agentes científicos ya tomaron huellas en el templo para identificar a los sospechosos.
Vecinos
Según refiere una vecina, en la primera visita que hicieron los ladrones a la iglesia el viernes, estos le pidieron cambio de un billete al sacerdote y el religioso, "porque es tan buena persona", fue a buscarlo y abrió la puerta de la sacristía. Fue la oportunidad que tuvieron los atracadores para evaluar si el cura tenía dinero con la idea de volver al día siguiente, sábado, cuando hay menos oficios y feligreses en el templo y la víctima era más vulnerable.
La agresión ha conmocionado al vecindario porque don Antonio es el párroco "de toda la vida" que iba a comprar bocadillos en la tienda de la esquina a los más necesitados de su barrio. Dicen que la iglesia ya sufrió otros robos hace años pero nunca fueron tan violentos.
La Policía estima que el botín robado de la caja fuerte del sacerdote de Santa Rita asciende a 1.000 euros, según denunció la propia víctima.
La versión oficial es que el sábado a las 16:30 horas, uno de los atracadores pidió confesarse y el cura lo acompañó a la sacristía para hablar con él. Tras terminar la confesión en el despacho, el ladrón le dijo que un amigo suyo también quería contar sus pecados y el sacerdote lo mandó pasar. Una vez dentro, los dos atacaron al párroco, lo empujaron al suelo y desvalijaron su caja de caudales y también se llevaron unas joyas. La víctima aun tuvo fuerzas para perseguir hasta la calle a los asaltantes que huían con el botín.
Al contrario de lo que cuentan los feligreses, la Policía no tiene constancia de que ningún agresor sea de color ni extranjero.